miércoles, febrero 26, 2020

VOLUME ONE 526: SATURN RETURN (THE SECRET SISTERS)

¿Qué me cuenta esta imagen? Me transmite ternura y seguridad, amor en las adversidades, lazos fuertes a través del tiempo. Me lleva, con su textura austera y el foco de luz consoladora que nace de la espalda de estas mujeres unidas, a décadas de las que se pierde el recuerdo. Días en gris y negro. ¿La foto se tomó en los sesenta, en los setenta? ¿Son las chicas hoy unas abuelas cariñosas? La música que guarda este disco tampoco encuentra un tiempo concreto: ¿se grabó en los sesenta, en los setenta, hoy con una entrega incondicional hacia los días en que fuimos jóvenes? Es una música en la que coinciden corrientes, ráfagas desde las praderas del country, el folk, el blues y el pop creando remolinos frondosos. Es un disco, Saturn return (New West, 2020), de una intemporal belleza. La de The Secret Sisters.

En poco tiempo las hermanas Laura y Lydia Rogers han conocido el lado ingrato del negocio musical. Despegue inesperado, éxito, ruina, decepción, resistencia, recuperación. Sus desilusiones despiertan en mí simpatía y cariño por ellas. Porque además me gusta oírlas cantar. Son de Muscle Shoals, Alabama, cuna del mejor sonido de grabación, con los mejores músicos de estudio, que ha tenido y tiene la música americana. Despuntaron en Nashville, triunfaron en Los Angeles, donde también cayeron, y se han rehecho en el estado de Washington. T Bone Burnett las aupó con dos buenos trabajos, pero tras el segundo álbum la discográfica las abandonó y no tuvieron ni con que pagar a sus músicos. Tenían muy claro dejar la música, pese a que la llevaban en la sangre y sus voces se armonizaban de maravilla. Brandi Carlile les abrió la puerta de la esperanza produciéndoles su tercer álbum y el cuarto, este Saturn return que abriga géneros y los deja flotar en canciones transparentes como el cristal.

Nota: 8/10

sábado, febrero 22, 2020

LIVE IN 242: SUPERBLOOD WOLFMOON

Bien. Son ellos. Unos chavales. Aúllan los lobos.

 

BONUS TRACK 220: JOHN R. CASH (JOHNNY CASH)

Veinte años antes de que Johnny Cash escarbase en el cancionero americano tradicional y contemporáneo de la mano de Rick Rubin, con una producción austera y un fantasmagórico clima que dio como resultado una sensacional colección de seis volúmenes, el incansable hombre de negro despachaba un álbum casi entero a base de versiones (The Band, Tim Hardin, Randy Newman...). Su larga carrera estuvo cargada de muchísimas canciones de otros autores acopladas a su voz, tempo y atmósfera. El disco de 1974, de título John R. Cash (imagen frontal de Johnny con parcheada cazadora vaquera), carece de la profundidad dramática de los álbumes producidos por Rubin décadas después, pero en sus hechuras artesanas demuestra la facilidad con que el autor hacía suya cualquier tema ajeno. En obras menores como esta, músicos grandes como Cash no dejan lugar a dudas sobre altura.

miércoles, febrero 19, 2020

GREATEST HITS 237: ONCE I WAS... CONTINUACIÓN (TIM BUCKLEY)

El frío de la mañana. El calor de un café con cruasán tras los cristales de un café donde podrías pasar todo el día. Buenos días con Crosby Stills & Nash, Joni Mitchell, Van Morrison... Suena Once I Was en la voz distante de Tim Buckley. Oh, cómo me conmueve esta canción, me invade la sensación de emerger del océano tras entrar en una ola mientras el sol se escapa. Un escalofrío me recorre la espalda en la lectura de un hermoso reportaje. Pienso en la buena salud que nos hace afortunados, en la enfermedad que nos despide de la vida. Y pienso, una vez más, en lo que nos perdimos de Tim y su hijo Jeff cuando se adentraron en las aguas que nos los quitaron. Por eso hoy, entre la nostalgia y la desazón, repito esta canción que había rescatado en este blog hace doce años.

 

domingo, febrero 16, 2020

VOLUME ONE 525: SISTER (PUSS N BOOTS)

Me choca, me descoloca un poco, Norah Jones en este trío. Renuncia al piano, se cuelga una guitarra y comparte voces con dos amigas cercanas, Sasha Dobson y Catherine Popper. Aquí, en Puss N Boots, no hay jazz ni pop bien fabricado (sí, bien hecho siempre), más bien un idilio tambaleante entre el country y el folk. La sofisticación brilla por su ausencia, las guitarras se conjugan algo torpes, poco seguras de querer trazar las líneas de una canción con toda su entidad. Y solo Norah da la talla en el apartado vocal. Pero en esa tosca irregularidad asoma alguna placentera finura. El trío ha dejado pasar seis años para grabar su segundo disco, Sister (Blue Note, 2020). En algo mejora aquel olvidable debut, tampoco mucho.

Nota: 6/10

viernes, febrero 14, 2020

LIVE IN 241: DULLI

A este hombre siempre lo tengo vigilado, a mano. No le encuentro manchas en el historial. En un formato o en otro (Afghan Whigs, Twilight Singers, Gutter Twins) su música me atrae y me fascina. Late en ella una intensidad emocional que agranda a los mejores compositores. Leo una entrevista a Greg Dulli que calienta mis ganas por escuchar ya su nueva obra, Random Desire (en unos días será), esta vez bajo su propio nombre, cocinada por entero por él mismo y con unas pocas colaboraciones en el desierto de Joshua Tree. "No grabo discos para ganar dinero. Para ello tengo que hacer giras, dar conciertos y vender merchandising. Por eso tengo bares y propiedades inmobiliarias", cuenta. Y no deja de tener ganas de escribir canciones y grabarlas. Él a mil tareas en esta ocasión. "Soy un hombre feliz", admite ahora. He escuchado dos temas; este es el que más me gusta de los dos.

 

domingo, febrero 09, 2020

VOLUME ONE 524: AFTER THE FIRE AFTER THE RAIN (THE LOST BROTHERS)

Preguntaos cómo Tony Garnier, el más leal de los músicos de Bob Dylan en la gira sin fin, acabó en un estudio de Brooklyn con Oisin Leech y Mark McCausland, The Lost Brothers. El impagable bajista coproduce el último álbum de estos delicados amigos irlandeses, After the fire after the rain (Bird Dog, 2020), una obra que traspira relajante belleza e invita a deslizarse con sigilo por sus canciones a Howe Gelb, Jolie Holland, M Ward y el propio Garnier. Y qué canciones. Con Gelb ya habían grabado su anterior trabajo, otra delicia titulada Halfway towards a healing, con el que los conocí hace dos años. Vaya, lo mismo que escribía en aquel post, podría repetirlo en este (el parecido vocal con Milk Carton Kids, la deuda íntima con Calexico, la resurrección sonora del score de Dylan para Pat Garrett & Billy the Kid en los temas intrumentales -¿Garnier tiene algo que ver en esto?-). Todo aquello vale ahora. Y gusta tanto o más.

Nota: 8,5/10

jueves, febrero 06, 2020

SOUNDTRACK 247: EL HOYUELO DE KIRK

Fue un actor de mi infancia. Como lo fueron Cary y Gary, Jimmy Stewart, Errol Flynn, Burt, Paul Newman o John Wayne. El del hoyuelo en la barbilla, decía mi madre: Hoy ponen en la tele una del actor del hoyuelo, Kirk Douglas. En Primera Sesión, con aquella cabecera que se cerraba con los corazones rojos y el rostro de Marilyn multiplicado por cuatro, o en Sábado Noche. Ponían Los vikingos, 20.000 leguas de viaje submarino, Retorno al pasado o Duelo de titanes por las tardes. Y Cautivos del mal, Senderos de gloria, El gran carnaval o El loco del pelo rojo por las noches. Qué grande ese cine.


Como aquellos actores de mi infancia, Kirk era perfecto para cualquier papel que le cayese. Te podía caer más o menos simpático, pero todo lo que hacía, lo hacía bien. No te podías fiar de él: había un cinismo oculto en sus miradas y sus poses que lo hacía temible e irresistible; podía ser un tipo íntegro ante los que tenías que andarte con cuidado. Valía para todo, para hacer de boxeador, investigador, amante, productor de cine, vikingo, justiciero a caballo, periodista sin alma, soldado enfrentado a sus superiores, Van Gogh, Espartaco.

Hoy me acuerdo durante un rato del niño que fui disfrutando de aquellas películas, con mis padres o mis abuelos, más tarde yo solo. Entraba en un mundo que sentía real, del que quería formar parte cubierto por una gabardina o bajo la sombra de un sombrero, en un duelo de pistolas a las puertas de un saloon o en las barricadas. Kirk Douglas estaba allí. Kirk y su hoyuelo estarán siempre ahí. Gracias por tu cine. Por el cine.

miércoles, febrero 05, 2020

BONUS TRACK 219: FISHERMAN'S BLUES (THE WATERBOYS)

La música de los Waterboys transmite el éxtasis que traen los subidones de la vida. Uno puede sentirse libre de cadenas en uno de sus estribillos cantados desde la cima de un acantilado, lleno de furiosa alegría cuando se cruzan sus guitarras y violines y brama Mike Scott en la proa de su navío. Muchas de sus canciones me producen estas sensaciones, sobre todo las de los primeros cuatro discos, todos en los años ochenta. Sí, The Waterboys resisten la corrosión que ha dejado la música de aquella década tan borrosa, una década que a ellos los hizo fuertes, ajenos a extravagancias musicales y reacios a la comodidad de venderse al diablo. Integridad, se llama. El cuarto de aquellos álbumes es Fisherman's blues (1988), una obra que suena hoy tan sublime como entonces.

El buen ojo de Dufresne para reciclar discos a través de sus incursiones en las 'charity shops' londinenses me trae este disco a casa. Habían pasado tres años desde This is the sea y Mike y sus chicos, exiliados en Irlanda, eludieron la presión del éxito que les sonreía y dedicaron el retiro a fundirse con la tierra que los acogía y grabar un disco magistral. Desde la hermosa Fisherman's blues y la excitante We will not be lovers hasta la belleza sinuosa de Dunford's fairy. Hoy Scott y los Waterboys se defienden con discos decentes, pero no tan triunfales como Fisherman's blues, aunque no han dejado escapar su integridad, ni su 'big music'.
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lunes, febrero 03, 2020

SOUNDTRACK 246: YESTERDAY

Imaginad (sin la banda sonora de Lennon) un mundo sin los Beatles y sus canciones. ¿Seríamos más felices? ¿La música popular nos seguiría volviendo locos? ¿Buscaríamos respuestas en las palabras cantadas? ¿Nos enamoraríamos con la misma facilidad? Pensar en ello se presta al juego, se abre al debate, a imaginar una vida distinta, quizá con un concepto de la fama y el éxito que nos fuera extraño. Yesterday, la película de Danny Boyle, propone esa idea, pero apuesta por envolverla (y llega a taparla) con el disfraz de una historia romántica y una sencilla, banal y nada arriesgada reflexión sobre el precio de la fama y la gloria y la exposición a las masas. El flojo guión de Richard Curtis estropea una historia conducida con agilidad por Boyle, bien interpretada por su pareja de protagonistas, pero en el fondo, insustancial. Ni siquiera las canciones de John, Paul, Ringo y George se sienten tan necesarias, ni siquiera son tan nuestras, patrimonio de la humanidad. No basta el entretenimiento en este caso. No intuía gran cosa y esperé a ver esta película en casa, donde me enfadaría menos.

domingo, febrero 02, 2020

VOLUME ONE 523: THERE IS NO OTHER... (ISOBEL CAMPBELL)

De no haber dedicado horas de estudio y escenario a entenderse con Mark Lanegan, dudo que le hubiera dado yo parte de mi tiempo a Isobel Campbell. Ni Belle and Sebastian ni la que fuera su vocalista no han sido mucho del gusto de mi paladar, pero... Aquella unión de Campbell y Lanegan, atípica y con la apariencia de estar destinada al fracaso, dio como resultado una colección de tres estimulantes discos entre 2006 y 2010 que hicieron del fuerte contraste entre las voces de uno (siniestra) y otra (susurrante) su mejor baza. Tras el último de aquellos episodios han pasado diez años e Isobel acaba de estrenar There is no other... (Cooking Vinyl, 2010), que bien podría haber incluido a Lanegan en un puñado de sus temas para revivir aquel matrimonio musical. No es el caso, pero el álbum se deshace en la boca dejando buen sabor, con su intérprete flotando sobre una nube por encima de las canciones. Destacan un par de jugosidades (la versionada Runnin' down a dream de Tom Petty, Hey world y sobre todo The heart of it all) en un trabajo adecuado para darse una desconexión.

Nota: 7/10