martes, febrero 23, 2010

VOLUME ONE 207: TEEN DREAM (BEACH HOUSE)

En pocas horas me he dejado absorber fuertemente por este disco, su música me ha hechizado sutilmente, de poco a mucho en cada escucha, y me ha hecho recorrer con la imaginación unos paisajes flotantes y voluptuosos en los que me siento muy a gusto. Tengo que encontrar nuevos refugios para no aburrirme ni cansarme de tanta vulgaridad y repetición y Beach House parecen transportarme a una dimensión idílica y a la vez laberíntica. Lo que dicen de este grupo y de su tercer álbum, Teen dream (Sub Pop, 2010) es cierto. Las reseñas y las críticas establecen parecidos y referencias que no voy a negar, sino a confirmar, así que no diré nada nuevo para contradecir a quienes los encuentran cercanos a Nico, Mazzy Star o TV on the Radio (incluso Cat Power, incluyo de mi cosecha). Algunos de estos artistas no me gustan, pero Beach House, un dúo establecido en Baltimore (y eso también me animó a conocerlos) tienen un poder de hipnosis efervescente en el que los teclados y la voz andrógina de la sobrina de Michel Legrand sobresalen mágicamente. Es pop ensoñador y sumergido en unas aguas calmas lo que nace de la música de esta pareja. Y me encanta por su compleja proximidad.


Nota: 8/10



LIVE IN 85: EL REY SOLOMON

El tipo, menudo tipo, grande y gordo que está, pero parece un pedazo de pan, aunque sus ropajes me lo vistan de mafioso bien alimentado… ahi está el gigante sentado o en pie, casi siempre sentado porque los kilos no le dejan mantener bien el equilibrio, vociferando y diciéndonos que nos ama, que nos quiere, que esta noche es fantástica e irrepetible, sacándose del fondo de la garganta un grito que parece un abrazo, sudando como una bestia que no maltrata a sus víctimas sino que las mima con devoción. Tiene canciones para dar y tomar, pero esta noche se decanta por Down in the valley, por Having a party, por Soul searchin’, A change is gonna come, Proud Mary, Stand by me… muchas de ellas encadenadas sin respiro en crecientes medleys que explotan en éxtasis y te devoran en su interior.


De la escena arriba descrita todavía no he sido testigo directo. Quizá algún día tenga la suerte de estar delante del rey Solomon, de Solomon Burke, y sus gotas de sudor me empapen la cara en la primera fila. De momento he de conformarme con alguna imagen que he visto filmada o con el sonido de sus directos. En mi último y reciente viaje a Barcelona me encontré con uno grabado en Rotterdam en 2003. Su magnífico repertorio, plagado de versiones clásicas del blues, el soul y el gospel me trasladó precisamente al otro lado del soporte, allí donde el rey Solomon es todo un dios musical de la pasión sobre un escenario.

miércoles, febrero 17, 2010

VOLUME ONE 206: FALLING DOWN A MOUNTAIN (TINDERSTICKS)

He tardado casi cincuenta días, los primeros de este año, en hacer merecedor de una reseña en este blog a un disco nuevo. Sin ser nada del otro mundo, al menos me he encontrado con una novedad sugerente, un antídoto contra la indiferencia que me han causado otros álbumes recientes, sin ir demasiado lejos el plomizo compendio de versiones que acaba de grabar Peter Gabriel. Pero, centrándonos, lo primero que he aplaudido en el nuevo año es Falling down a mountain (Constellation, 2010), la última propuesta, siempre intrigante e inclasificable, de Tindersticks. Esta banda de Nottingham tiene un tono cálido y a la vez sombrío que me atrae. Un disco me gusta, otro no, pero algo tienen todos. Esa voz trémula e intimidante de Stuart Staples que me recuerda siempre a Kurt Wagner, de Lambchop. Y Atmósfera, especialmente. Y su último trabajo tiene un poco de calma nostálgica (Factory girls, Piano music) y bastante de psicodelia fantasmagórica (Black smoke, la inicial Falling down a mountain).


Nota: 7/10

sábado, febrero 13, 2010

SOUNDTRACK 97: THE WIRE (4ª temporada)

Baltimore duele y escuece. Sus venas drogadas, sus arterias corruptas, su latido mezquino, su aliento contaminado. Su miseria, su ignorancia, su violencia, su muerte. Sus heridas hacen sangrar al espectador, absorbido por el abismo al que caen unas vidas sin esperanza, que no puede dejar de recorrer las calles infectas de esta ciudad terrorífica, de acudir a las esquinas donde los menores dilapidan su inocencia, los pasillos minados de la alcaldía o el cuerpo de policía, las escuelas inútiles, los salones donde habitan familias rotas.


La cuarta temporada de The Wire te deja con el estómago hundido y con el alma por los suelos. Listo para un próximo asalto en el que asistir al cénit o al ocaso de unos personajes que se las apañan como pueden a cada lado confuso de la ley, unos desgastando energías contra los monstruos, otros anclados en permanentes encrucijadas. Aquí no hay final, no hay bondad ni maldad sino supervivencia en una jungla de asfalto irresistiblemente atroz.

miércoles, febrero 10, 2010

VOLUME TWO 48: ROD STEWART

En vista del goteo de insatisfacción que me sigue causando la música más reciente, no parece quedarme otra solución que recurrir al archivo clásico para recibir un poco de oxígeno reconfortante. La publicación de una colección de cuatro cds de Rod Stewart me sirve de excusa. La caja recoge versiones primerizas o alternativas de numerosos de sus temas y alguna pieza inédita y lleva el informativo nombre de The Rod Stewart Sessions 1971-1988. Esta recopilación, aunque no extraordinaria, me reencuentra con un tipo al que siempre he admirado, uno de esos autores musicales que ha recorrido diversos caminos desde hace más de cuarenta años y con el que disfruto de muchas de sus canciones.


El granuja Rod mamó mucho soul en su juventud, luego lo interpretó bien trajeado y con acné. Se alió con la banda de Jeff Beck y se endureció. Vociferó blues áspero y tabernario como solista de Faces en unos pocos discos estupendos. Suavizó su garganta arenosa al firmar discos en solitario con brisas de nostálgico folk. Cruzó el Atlántico para desarrollar su música, llevarla por territorios bailables primero y pop después. Hasta debilitar su creatividad con el paso de los años y derivar en un reciente y olvidable ejercicio de nostalgia por los clásicos standard de la cancionero norteamericano.


Por eso Rod Stewart se disfruta más (al menos yo y creo que muchos) caminando hacia atrás, regresando a los setenta para acariciar reposadamente su rock and roll genuino. Entre 1969 y 1976 grabó siete discos soberbios, imprescindibles, salpicados de emocionantes canciones (Maggie May, You wear it well, Gasolina Alley, Cuta cross shortly, Reason to believe, Mailing, Tonight’s the night…) y rodeado de excelentes acompañantes. Un tipo grande.

viernes, febrero 05, 2010

BONUS TRACK 76: MULE VARIATIONS (TOM WAITS)

Mi exploración literaria por la obra y vida de Tom Waits se detiene en Mule variations (Anti, 1999), una de las alturas sublimes de su música. En su momento, allá por cuando apareció este disco, entré enseguida en su universo insano, sus texturas fantasmagóricas, esos paisajes rurales y siniestros que el mismo autor definiría o bautizaría con el nombre de ‘surrural’. Estas variaciones de la mula están pobladas de lugares imposibles y tipos improbables, imágenes soñadas de una pintura renacentista cubierta de polvo y calentada al fuego de una hoguera. Tom se transforma en una especie de fantasma narrador de miserias y anormalidades. Los temas pellizcan (Filipino box spring hog, Big in Japan) o estremecen (Take it with me, Hold on), en su belleza hay oscuridad (Georgia Lee) y en su aparente fealdad hay una hermosura pantanosa (Lowside of the road, Get behind the mule). Obra maestra.

LA BELLEZA

En 1994 escribí en un folio frases que todavía conservo. “La palabra sólo puede celebrar la belleza, no reproducirla”... “La naturaleza se estremece de placer cuando el espíritu se inclina, reverente, ante la belleza”... “La belleza es la forma de lo espiritual que podemos aprehender y tolerar con los sentidos”. Las tres frases pertenecen a la misma novela, al mismo autor. La escribió un célebre alemán en 1914 y bastantes años después, en 1971, hubo una película, en la que no recuerdo si las palabras se escuchan tal como se escriben… Todos lo hemos pensado alguna vez… Seguro que nunca lo hemos dicho mejor… Cierro los ojos, pienso y miro a oscuras. Están, pero no me salen las palabras.

jueves, febrero 04, 2010

BONUS TRACK 75: BE HERE SOON (JEFF BRIDGES)

Hice alusión a este disco de pasada en un lejano post. Lo vuelvo a mencionar con motivo del protagonismo que cobra estos días Jeff Bridges, ese tipazo al que el cine de Hollywood puede premiar este año con un Oscar como actor principal por interpretar a un cantante de country en su etapa crepuscular en la película Crazy heart, en la que canta algunas canciones. El personaje parece un caramelo y el bueno de Jeff es un actor siempre eficaz, creíble en la piel de cualquier tipo, espléndido incluso cuando su papel está desaprovechado. ¿Conocéis alguna mala interpretación de Jeff Bridges? Yo no. Además fue el mítico Nota.


Pues Jeff es también pintor y músico. Y en 2000 se permitió el capricho de grabar un disco tan agradable como este Be here soon (Ramp Records), ayudado y acompañado, entre otros, por Michael McDonald y David Crosby. Es un trabajo digno, modesto, adulto y esmerado, de estilo rock para saborear en la carretera agarrado a unas cervezas, y con algún que otro gran corte como Movin’, Mask upon my face o Buddha & Christ at large. A descubrir.

martes, febrero 02, 2010

CONSUMO Y OLVIDO (II)


El desánimo se extiende. Hace tiempo que no me emociona una canción nueva. ¿Dos meses? ¿Tres? Me parece bastante. No estaba acostumbrado a esta sequía. También es cierto que en enero apenas novedades discográficas han pasado por mis dominios. Las pocas caen pronto en el olvido, tanto que me cuesta recordar al día siguiente el disco que escuché horas antes. Eso me hace augurar un mal año musical. Espero equivocarme. Quizá un próximo viaje a Barcelona y una visita a sus tiendas de discos me ayude a encontrar una reconciliación. A ver.


Mientras, sigue desfilando música por mis oídos con la sensación de que necesito refugiarme en el pasado para disfrutar de viejas joyas (firmadas o no por Mr. Waits). Porque ni Laura Veirs, ni Tulsa, ni Spoon, ni Ocean Colour Scene, apresurados a publicar nuevos trabajos en 2010, han logrado curar mi epidemia de decepción.