lunes, noviembre 28, 2011

BONUS TRACK 98: ATTEMPTED MUSTACHE (LOUDON WAINWRIGHT III)

Así da gusto comenzar a escuchar un disco, con The swimming song, al mar a nadar un rato. La canción me engatusó cuando la desempolvó Vetiver en su disco de versiones con una fidelidad casi escrupulosa, porque es de esas que te llevan a lo alto de una montaña rusa para hacerte el día inolvidable, con su alegre ritmo, su luminoso banjo y esas estrofas pintorescas del autor relatando sus aventuras nadadoras. Aparece en Attempted mustache (1973), el cuarto disco de Loudon Wainwright III. Loudon fue más respetado en círculos menores del folk americano y tiene una curiosa carrera como actor de reparto. Su música se queda a medias, no cala con profundidad. Irregular, disperso, juguetón, aunque a veces irremediablemente seductor. Este disco es un encanto. También termina a lo grande, con Lullaby, mientras su hijo Rufus aprendía a balbucear. Un broche final que remite al mejor tema que le he escuchado, Motel blues, hermoso por tanto.

sábado, noviembre 26, 2011

GREATEST HITS 121: BEAUTIFUL STRANGER (MADONNA)

En la casi siempre placentera rutina de pasar las páginas del periódico con un café al lado me he tropezado un par de veces seguidas con Madonna, a media mañana y por la tarde, vale cualquier ocasión para dejarse llevar por la lujuria y que la mente fantasee viciosa un rato. Ya te digo, con esta tipa así de gustosa, cómo te mira, manoseándose el cuerpo, pasándose los dedos por el pecho y flirteando alrededor de su entrepierna, las caderas y los hombros balanceantes, la travesura de sus piernas y ese cuerpazo… aún. Y la canción, vamos, que es simpática, y Austin Powers hace gracia.

miércoles, noviembre 23, 2011

SOUNDTRACK 111: THE STRAIGHT STORY

Poco, muy poco me gusta David Lynch. Su cine es casi siempre aborrecible. Escapo de su universo de culto que seduce a los amigos de abrazarse a lo estrafalario más por su intención rompedora y provocativa que por sus valores narrativos. Su bizarrismo me asquea y el surrealismo dudoso que empapa sus historias, sus personajes y su angustiosa puesta en escena me distancia del mensaje con gran facilidad. De lo escaso que guardo de la huella que lamentablemente ha logrado dejar en el cine se salva la música que casi siempre ha compuesto para sus películas el compositor neoyorquino Angelo Badalamenti. Su mejor trabajo es para mí, sin duda, The Straight story (1999), además, junto con El hombre elefante, la mejor obra de Lynch.


La idea, la trama, es hermosa, ese anciano en las últimas que se monta en su segadora y cruza varios estados para ir a ver a su hermano enfermo, con el que hace tiempo que no se habla. La música de Badalamenti refuerza el tono melancólico de la historia, ahonda en la soledad y ternura de ese ser casi inadaptado en mitad de la carretera y el campo. Las guitarras finas y cuidadosas son de alto voltaje emocional y el violín cambia de humor para convertir algunas piezas en poemas de nostalgia y otras en melodías de valses que discurren por la inmensidad de los espacios abiertos que muestran las imágenes, la mejores captadas por la cámara de Lynch.

sábado, noviembre 19, 2011

GREATEST HITS 120: MARIA’S BED (BRUCE SPRINGSTEEN)

¡Qué tontos somos! ¡Cuántas contradicciones! Y somos bien conscientes de ello, del modo en cómo nos atascamos sin poder encontrar las palabras precisas y no conseguimos salir de la red. Hasta un punto, hasta un límite. Esta canción cierra muy bien un disco, una casual dedicatoria. El Jefe es un hijoputa de primera división. Con él los lazos nunca se desatarán, aunque caminemos tan desorientados.

martes, noviembre 15, 2011

SOUNDTRACK 110: GEORGE HARRISON: LIVING IN THE MATERIAL WORLD

Nos encanta magnificar a nuestros músicos favoritos. Cogerlos de la mano como si fueran hermanos nuestros. Huir con ellos hacia donde nadie nos encuentre. Martin Scorsese puede y sabe hacerlo con el poder de las imágenes y la música (y un ensamblaje perfecto) para dejar para la posteridad un homenaje más a sus genios de cabecera. Lo ha hecho con George Harrison en el documental Living in the material world. Le gusta tanto a Scorsese el personaje y lo mima con tanta ternura (como hacía con Bob Dylan en No direction home) que se extiende a lo largo de unas excesivas tres horas y media por las andanzas de este entrañable beatle diez años después de su muerte. Es un testimonio más, enriquecido por imágenes inéditas y entrevistas cercanas, de la carrera y la persona de George Harrison, el beatle místico, el tipo tranquilo, un espíritu contemplativo y pacífico.


Cuentan que hay delicados asuntos apenas o nada tocados (cocaína, plagios, inversiones ruinosas), será quizá porque quien pone parte de la pasta es la viuda. El metraje llega a ser cansino, sobre todo cuando explora el hechizo con la India, los viajes y la meditación. No comulgo con la beatitud a la que se eleva todo cuanto concierne a The Beatles. Me emociono en ocasiones, sobre todo con una buena parte de la música maravillosa que George nos dejó para siempre.

lunes, noviembre 14, 2011

BONUS TRACK 97: NIGHTTOWN (THE WALKABOUTS)

La noche. La ciudad (da igual la ciudad, vale todo cuanto a uno le rodee en soledad). La noche y la ciudad desfilan entrelazadas en uno de los discos que mejor atrapa esa atmósfera conjunta: los guantes frotados, el gorro puesto, pasos sobre la nieve, calles mojadas y frenos nerviosos, el aliento que se pierde en el tiempo en que se cruzan los puentes. Esas sensaciones se asocian en Nighttown, un genial álbum de The Walkabouts, el séptimo de su carrera. Estoy con ellos de nuevo porque tienen mercancía nueva, Chris Eckman, Carla Torgerson y su gente cercana. Y he decidido viajar hasta 1997 y a la noche urbana que me embarga en este disco sin tiempo ni lugar.


Cuando lo escuché por primera vez, y también ahora, me asombré zampándome una y otra vez tres canciones soberbias, These proud streets, Tremble (goes the night) y Lift your burdens up. No pierden una magia palpitante que acaricia la música del grupo. Las tres concentran esa esencia levitante que cubre la respiración de este gran banda de Seattle. Y también lo hacen casi todas las demás canciones, con la sutileza de sus orquestaciones y por las voces crepitantes de Chris y Carla. Para cualquier noche, cuando mejor se piensa, Nighttown.

jueves, noviembre 10, 2011

LIVE IN 115: BETTYE LAVETTE, A CORUÑA 2011

Me esperaba un buen concierto, quizá no tan bueno, de tanto brío como elegancia. Pero es que delante tenemos a esta señora con 49 años de carrera y 65 entre pecho y espalda. Se mueve como una joven la tía, una mujerona de 35 con curvas de juvenil, piernas esbeltas y equilibrio sobre los tacones, hombros al descubierto y tirantes de plata, un cañón cruzando las piernas nerviosas, girándose con finura, sentándose para recogerse sin mover más músculos que los de su garganta, bramando con su voz gamberra y musculosa… sangre como la de Tina Turner o Mick Jagger. Gran acierto el de traerla aquí a casa, a un fantástico teatro Rosalía para acoger conciertos como estos de acabar con las palmas enrojecidas de tanto aplaudir.


Miss Bettye Lavette (respaldada por una perfecta formación de músicos de confianza) desfiló por sus etapas, cuando era veinteañera y cuando empezó a firmar discos, demasiado tarde, en los primeros ochenta: sublimes las interpretaciones de su mágico I’ve got my own hell to raise (colosal Joy) y fenomenales, sobrecogedoras con tanta emoción las versiones de Isn’t it a pity, It don’t come easy y Love reign o’er me. Enérgica y tierna, poderosa, nos puso la carne de gallina, para lanzarte al cuello de quien tienes al lado o sentir el calor de un cuerpo amigo con el hermanamiento de esta música bendita. Hora y media corta. Hora y media tremenda. Con una más, una de las grandes.

lunes, noviembre 07, 2011

QUIÉN SABE

No puedo reprocharle nada, tan solo sus caprichos inofensivos, que se esfuerce por adorarla y la quiera en su naturaleza. Quizá crea que me estoy portando como no debo, pero no me sale comportarme peor, ni quisiera, no va conmigo. Así que no sé bien si lo que hago es lo correcto. Dejo que atraiga, pero que no se encadene, que distinga los límites. Es que no me sale decir no, aunque sabes que para algunas cosas es no, aunque no te lo diga. Pero te seguiré diciendo quién sabe.

viernes, noviembre 04, 2011

VOLUME ONE 251: METALS (FEIST)

Hay una extraña incomodidad en Metals (Polydor, 2011), repentinos estruendos que salpican insanos descansos, turbias atmósferas y alejamiento. No hay etiquetas, y eso es fantástico, no poder comparar con algo ni encontrar parecidos. Percusiones contundentes, en ocasiones imprecisas, como nacidas del ritmo inestable de un niño torpe. También guitarras opacas y esquivas, virtuosismo cero. El ambiente por encima de todo. Y una voz atenazada y perezosa, arrastrada, la de Leslie Feist, la misma que la del fenomenal The reminder, pero nada que ver con aquella autora alegre y atrevida.


Metals lleva a Feist al terreno que pisan con descaro los artistas de culto. Porque la música que guarda es de una personalidad tremenda, que parece que no sabes por donde cogerla pero en el fondo es fácil de dominar. Poderosos unos cuantos temazos como The bad in each other, How come you never go there, Undiscovered first o Comfort me. Una música a la que retirar capas, envolvente y rocosa, como la del paisaje que rodea la F en la portada.


Nota: 8/10