domingo, junio 29, 2014

BONUS TRACK 133: FLY ME TO THE MOON (BOBBY WOMACK)


Hace unos días murió Bobby Womack. Tenía 70 años. Llegué a él por la banda sonora del film policiaco de los años setenta Across 110th street y su reconocible tema principal, rescatado muchos años después en la película Jackie Browne. No me enganché a las pocas cosas que después escuché de él y, al contrario que la crítica, me disgustó bastante su último trabajo, The bravest man in the universe, del año pasado. Sí, era osado Bobby, inquieto compositor, experimental y a veces difícil. Con motivo de su muerte he rescatado trabajos más asequibles, más proclives a dejar huella. Y me he encontrado con este fabuloso Fly me to the moon de 1969, de sus primeros discos. La voz poderosa de Bobby conduce la música a terrenos urbanos y revueltos. Soul sudoroso, funk ardiente, todavía hoy tremendamente arrebatadores.

miércoles, junio 25, 2014

VOLUME TWO 66: DAVE VAN RONK & MacDOUGAL STREET


Me recreo relajado en las páginas de The mayor of MacDougal Street. Aún no he llegado al final de los recuerdos de Dave van Ronk, ese músico y musicólogo del Greenwich Village que a tantos bardos vio llegar y triunfar o pasar de largo por sus calles y cafés. Me lo estoy pasando bien y recomiendo su lectura (por ahora creo que no hay una edición traducida al castellano) porque Dave no sienta cátedra, sino que describe con rigor musical, anécdotas y buen humor el ambiente folkie de New York (y también de California) en los años 50 y 60, el entorno político, los auténticos y los falsos ‘beatniks’… y se entretiene en las peculiaridades de unos cuantos personajes.

No era maestro de nadie, él bebía de aquí y de allá, le encantaba el folclore, la raíz musical de una cultura, por eso uno lo escucha y a veces no sabe muy bien si canta blues o folk o toca jazz o ragtime. Era un buen colega de todos, un digno camarada, por eso siempre se respetó su verbo hasta su muerte hace una década. Grabó sus discos, sobre todo hasta los años 70, y hay por ahí unas cuantas colecciones, grabaciones en vivo y alguna reedición reciente.

Escuché a Van Ronk bastante antes de Inside Llewyn Davis, aunque poco, un par de gotas. Ahora, leyendo, compruebo que en la memoria de Van Ronk se hallan no pocos detalles del guión que los hermanos Coen convirtieron en su entrañable última película: los viajes en la carretera, las noches en los sofás de los pisos de los colegas, las audiciones ante productores, las sesiones musicales en los bares…

La lectura me lleva a la música, ambas se entienden bien. Por eso escucho estos días el álbum Folksinger (1963). Caramba, este Dave es también un portento de alcance. Su voz ronca, más de negro que de blanco, y su entregada y a la vez espontánea interpretación constatan su versatilidad estilística aunque en este disco se lo escuche solo a él y a su guitarra. Sientes que estás en el Gaslight Café, por ejemplo, con el público en silencio y el humo flotando entre las cuerdas y la voz que escapa de la garganta.

Sí, es solo eso, una voz, una guitarra. Sencillo, bien hecho. Hay mucha otra gran música también, cada vez menos, y no puedes evitar lamentar cuánta mierda de música se hace hoy.

jueves, junio 19, 2014

VOLUME ONE 332: STRONG FEELINGS (DOUG PAISLEY)


A quienes no se nos agota el hambre por probar alimentos nuevos entre menúes viejos en nuestra exploración diaria por los paisajes musicales nos ocurre más a menudo de lo deseado que aquellos músicos a quienes descubrimos nos dejan con apetito o no nos saben a nada. Pero otras veces te topas con alguien que te cuenta algo distinto, alguien que sin desviarse en absoluto de las clásicas recetas te sabe diferente. ¿Por qué? Porque la forma de cantar, por cómo encajan las guitarras o se funden un par de voces, por no desvirtuar el talento ni la autenticidad. El último caso de este estilo que me ha pasado es Doug Paisley. Con su tercer álbum, este bonito Strong feelings (No quarter, 2014), perdura un rico sabor en el paladar.

Es el tercer disco de este canadiense de gesto asustadizo y precavido que aparece en la imagen. En Canadá el aire golpea de otro modo, eso creo. Advierto frescura sin corsés y una seguridad natural en varios ejemplos. Escuchando temas de Doug Paisley como Radio girl, To and fro o Where the Light takes you me reafirmo.

Nota: 7,5/10

martes, junio 17, 2014

SOUNDTRACK 152: MUSCLE SHOALS


Muscle Shoals, Alabama. Un paraíso terrenal. En una esquina interior de este estado norteamericano se grabaron los mejores discos de rock y soul de la historia desde finales de los años sesenta. En los estudios que llevan este nombre pasaron horas Aretha Franklin, The Rolling Stones, Traffic, Staples Singers, Etta James, Allman Brothers, Elton John, Paul Simon, Lynyrd Skynyrd, Bob Seger, Wilson Pickett, Black Keys y una larga plantilla de grandes músicos.

A grandes rasgos la historia es esta: también en Alabama, Rick Hall crea los estudios FAME, donde graban estrellas del R&B respaldados por la música y los arreglos de fantásticos músicos de sesión con bagaje en estudios de New York y Nashville. Cuatro de esos músicos (Barry Beckett, David Hood, Jimmy Johnson y Roger Hawkins), conocidos como The Swampers, se marchan de FAME y levantan Muscle Shoals, donde la música, el sonido Muscle Shoals, es lo más parecido a una bendición. La huida enfangó las relaciones durante muchos años, pero pasado el tiempo hicieron las paces. Todo ello, con la elegancia de unas imágenes preciosistas y la aportación de numerosos testimonios, lo cuenta el documental Muscle Shoals, dirigido por Greg Camallier y estrenado en el Festival de Sundance el año pasado.

Todos tenemos en nuestros muebles discos nacidos en Muscle Shoals. No dejéis escapar este documental magnífico para seguir amando la música hasta las entrañas.

viernes, junio 13, 2014

¿DISCOS GIGANTES?


El suplemento de ocio de un periódico nacional le sacude el polvo a unos cuantos discos que califica como “gigantes”, obras grabadas todas hace justo dos décadas, en 1994. La mayoría fueron éxitos de ventas y de relevancia y calado entre la juventud y hoy gozan todavía de un reconocimiento que no ha perdido peso e incluso siguen ganando adeptos. 


Una gran parte de esos discos representa muy bien el ambiente musical de aquel año o aquella época (Dummy de Portishead, Parklife de Blur, Weezer de Weezer, Dog man star de Suede, Definitely maybe de Oasis… muy británico) y con el tiempo perviven más allá de su apogeo como elementos culturales distintivos de un momento. Las obras de Portishead y Suede me chirrían, lo de Weezer me deja indiferente y los jóvenes latidos de Blur y Oasis aún merecen ser refrescados.

Para seguir, digamos que acepto siendo generoso Let love in de Nick Cave. No paso por Illmatic de Nas, III Communication de Beastie Boys, Crazysexycool de TLC. Y nunca me gustaron The Holy Bible de Manic Street Preachers, Super 8 de Los Planetas (no nos olvidemos de casa) ni el fervoroso Dookie de Green Day.

De entre estos selectos discos solo a uno me atrevería a atribuirle un calificativo grandilocuente, no sé si ‘gigante’, pero sí merecedor de formar parte de esta lista. Se trata de Grace de Jeff Buckley.

Ya veis que en pleno auge brit y grunge a ambos lados del Atlántico nadie encumbra las obras de los mejores grupos de Seattle. Lo cual no me extraña, visto el efecto dañino de su oscurantismo lírico y atmosférico sobre el reloj de la vida y los designios de las modas.

La música… también tiene su momento.

Ya no sé bien si me sorprende que no haya encontrado entre casi 900 discos de todos los estilos de aquel año 1994, en mi efervescencia universitaria, obras que pudiera considerar ‘gigantes’. Creo que no. Me tomo la libertad de repasar aquel año e incluir entre los álbumes superiores a los arriba citados (aunque no tan descriptivos de aquel tiempo) otros tantos como, por ejemplo:

Second coming (Stone Roses), Wildflowers (Tom Petty), American Recordings (Johnny Cash), Whiskey for the Holy Ghost (Mark Lanegan), Amorica (The Black Crowes), Welcome to the cruel world (Ben Harper), Voodoo lounge (The Rolling Stones), Talking Tumbuctu (Ry Cooder & Ali Farka Toure), Purple (Stone Temple Pilots), Monster, (REM), Welcome to Sky Valley (Kyuss), Superunknown (Soundgarden) o Vitalogy (Pearl Jam).

miércoles, junio 11, 2014

VOLUME ONE 331: CHILDHOOD HOME (BEN & ELLEN HARPER)


Otra razón para afianzar la fidelidad a Ben Harper. Su madre, Ellen, tuvo gran culpa de que al chico le gustase la música muy pronto. Trabajaba en un centro musical y en un museo y en casa Ben se crió entre pasiones antiguas y referencias continuas. Con una sólida base es más fácil después interpretar bien, crecer mejor y experimentar con soltura. Y eso ha hecho Ben hasta la fecha, componer y producir con destreza y saber acompañarse bien. A los fenomenales discos con Relentless 7 le siguió el fantástico álbum del año pasado junto a Charlie Musselwhite, Get up!, al que ahora sucede este tierno y melancólico Childhood home (Prestige Folklore, 2014). Ben Harper y su madre se reparten composiciones y voces para traer la infancia y los recuerdos a primer término. Folk cálido, descansado y amoroso (amor de madre, amor de hijo). Respaldan entre cuerdas los compañeros de Ben, que sigue tocando las acústicas como los ángeles.

Nota: 7,5/10

VOLUME ONE 330: STRANGERS (SIMONE FELICE)


Apuntes rápidos sobre novedades para conservar. El hermano Simone se apartó en silencio de los Felice Brothers hace unos años, primero para entregar un par de trabajos memorables bajo el nombre The Duke and the King y después para trazar en solitario las líneas reconstruidas de una mala racha personal con su propia firma. Simone Felice titula Strangers (Team Love, 2014) su segundo disco, un ligero desvío de la ruta musical emprendida desde que saliera de la banda fraternal pero que no pierde el norte crepuscular de un tono que parece marca de fábrica. El álbum arranca alegre y se va entristeciendo, aunque las voces traseras de un coro juvenil enciendan algún tema. Simone canta más próximo, sin el sudor y la tierra que brotaba de sus días con sus hermanos. Delicado aún.

Nota: 7/10

domingo, junio 08, 2014

LIVE IN 159: JOE HENRY, AVILÉS 2014

'The soul of a man', se llamaba el ciclo. Joe Henry y su alma. La abrió en la intimidad, compartió el sentimiento palpitante de sus canciones. No le hizo falta más que dos guitarras, un piano, el saxo y el clarinete de su hijo Levon y su voz. La música es tan sencilla… Así le puso el broche dorado a su gira acústica de cinco fechas en España, ayer en el Centro Niemeyer de Avilés.

Mi ciclo de los grandes, el de esos músicos que cada día me regalan razones para ser optimista y que me van a acompañar toda la vida, se va completando. Me quedan muy pocos para disfrutarlos en carne viva, cara a cara. Joe era uno de ellos. Joe está en una dimensión diferente, en la nave de quienes convierten la música en un sentimiento purificador, en una necesidad para la salud. Por cómo canta, por cómo transpira su interpretación, por cómo habla y emociona, por cómo suena.
Casi hora y media. Odetta, Like she was a hammer, God only knows, The man I keep hid y medio repertorio de su maravilloso último album, Invisible hour, sonaron celestiales. Me hubiera encantado tener delante a su banda al completo, pero su actuación fue excepcional. Apenas éramos 100 en un auditorio de más de 1.000 butacas. “Hay más intimidad en mi habitación del hotel”, dijo Joe al pisar las tablas, el eco del paso solitario de sus botas. Una pena. O una bendición.

Life is music. Muchas muchas muchas gracias por tu música, Joe Henry.

jueves, junio 05, 2014

BONUS TRACK 132: STREET LADY (DONALD BYRD)


Donald Byrd es quizá mi ‘jazzman’ favorito. O sin quizá. Qué tipo, qué bien suena haga lo que haga. Porque su evolución musical fue pareja a la de otros grandes como Miles Davis o John Coltrane y sobre todo en los setenta fusionó géneros y exploró nuevos horizontes en los que el jazz se podía estirar a sus anchas. Además de tocar con gente de la altura de Sonny Rollins, Hank Mobley, Kenny Burrell o Art Farmer, por mencionar unos pocos, tiene una veintena de discos bárbaros entre finales de los 50 y mediados de los 70. Tenía una sólida formación musical y hasta que murió el año pasado a los 83 años se dedicó a enseñar música.

Escojo un disco, este Street lady (1973), que curiosamente no es de los mejor valorados, pero que a mí me encanta, y no solo por tan calurosa e incitante portada. Donald deja muestras de su gusto por un funk muy vivo y transparente que se va arrimando a la música de baile, y que todavía se asiente en ritmos ágiles y pegadizos. Con temazos como el que da título al disco o Witch hunt, este álbum es una rareza grandiosa de los archivos mágicos de Blue Note y de la tremenda carrera de Donald Byrd.

martes, junio 03, 2014

VOLUME ONE 329: EMMA JEAN (LEE FIELDS)


Se descubren un poco tarde. Algunos/algunas tuvieron algún éxito hace décadas pero nunca destacaron en primera o segunda línea. Otros/otras empezaron a dejarse a oír ya entrados en años tras mucho tiempo a la sombra o dedicados a otras cosas. Le pasó a artistas como Bettye LaVette, Sharon Jones o Charles Bradley por diferentes razones; también a Lee Fields, admirador en fondo y formas de James Brown, un tipo al que en los últimos años le dedican más espacio en más revistas. Publicó un álbum en l979 y luego no reapareció hasta 1992. Yo lo encuentro en 2008 con My world, tengo pendiente su álbum de 2012 Faithful man, y acudo a él de nuevo con Emma Jean (Truth & Soul, 2014).

Hay calor en este disco, pese a que no lo transmita su helada foto de cubierta. Vibra un funk limpio y acolchado, con el sello elegante de estos tiempos y el aura revestida de años lejanos. Lee Fields afina su garganta y su banda, The Expressions, se encarga de acicalar la música. Se va entonando este viejo socio hasta culminar con alguna que otra descarga enérgica como Stone angel y Don’t leave me this way y dejarte un regusto delicioso.

Nota: 7,5/10