viernes, junio 29, 2007

SOUNDTRACK 37: CARLOS PUMARES. UN GRITO EN LA NOCHE

Mira por dónde después de tanto tiempo uno rescata casi del olvido y con cariño a don Carlos Pumares, ese tipo singular que profería gritos de cólera desde su asiento y atacaba con patética ira a personajes y situaciones en el circo televisivo de Javier Sardá. Sí, ese triste espécimen catódico marcó años atrás el crecimiento cultural de muchos oyentes noctámbulos, entre los que me incluyo, cuando con él aprendíamos cada noche, de lunes a viernes, un poco “de la cosa ésta del cine” en su inigualable programa de radio Polvo de estrellas. Iván Reguera y Juan José Aparicio, dos jóvenes criados con la voz de Pumares, también se han acordado de él y a través de Editorial Club Universitario han publicado este año el libro Carlos Pumares. Un grito en la noche, un repaso sentimental a la figura de tan estrafalario y al mismo tiempo ejemplar crítico de cine. Mi amigo Yojimbo me puso en contacto con este libro (que en un santiamén me he terminado) y yo me permito recomendarlo a todos los que aún son amantes del CINE.

El enfoque multidireccional que los autores dan al retrato de Carlos Pumares es el mayor acierto de su obra, la fórmula que permite describir a su personaje a través de un proceso narrativo tremendamente entretenido. Así, las páginas del libro no sólo pasean por las etapas vitales y laborales de Pumares con las preguntas que unos formulan y el crítico responde, sino que se enriquecen con algunos recuerdos de los propios autores, los de algún oyente fiel y sobre todo los testimonios de muchos amigos y compañeros de Pumares (Jiménez-Rico, Balbín, Martín Ferrand, García Juez) a lo largo de cuarenta años de profesión, y que ayudan a perfilar al personaje.

El lector descubre por un lado los trabajos que desempeñó el crítico (guionista, distribuidor, tertuliano, periodista, programador de películas en debates televisivos) antes de convertirse en el creador del mítico Polvo de estrellas; y por otra parte, el lector se da cuenta de que el paso del tiempo desvela que entonces había un modo de comunicar y de hacer radio que hoy en día se ha perdido. De la primera a la última página la nostalgia cubre la radiografía que Reguera y Aparicio hacen de Pumares, tanto, que para quienes recibimos sus clases magistrales nos entran las ganas de volverle a escuchar decir aquello de “Sí, buenas noches, dígame”.

Por lo que a mí respecta, que trasnoché en los últimos años de mi infancia y durante mi juventud por culpa de Carlos Pumares, admito que le perdí la pista en cuanto su programa sufrió el desgaste de la repetición y del cansancio del propio crítico y que me dio pena y hasta vergüenza verle hacer el payaso por la televisión; pero aún ahora es el día en que cuando alguien me pregunta qué opino de una película y yo le respondo eso de “magistral”, “espantosa”, “correctita”, “pasable” o “entretenida”, me acuerdo del gran Carlos Pumares. Gracias por enseñarme a ver cine. Y a amarlo.

miércoles, junio 27, 2007

VOLUME ONE 75: EASY TIGER (RYAN ADAMS)

No cambiamos de tema. Easy tiger (Lost highway, 2007) es un lanzamiento de lo más actual, su libreto huele a nuevo perfumado y da pena arrugar las esquinas de cada página. Yo me agarro, de todas formas, me pongo el cinturón de seguridad. He dicho algunas veces que apruebo la trayectoria de Ryan Adams (su música, no su discutible actitud en vivo), aunque la dirección que ha tomado en los últimos años, después de la doble entrega de Love is hell en 2004, me ha producido más decepción que satisfacción. Si ese Gold de 2001 ya es un álbum cuya grandeza difícilmente el autor va a poder igualar, entonces siempre va a existir un cenit que va a rebajar todo lo que venga después. Ello no va a impedir que el músico siga trabajando, que ya es de agradecer que en ocho años de carrera a solas después de Whiskeytown Easy tiger sea el noveno disco de su historial.

Los tiros, en general, van ahora por donde los disparaba a comienzos de 2005, lejos del gamberrismo de Rock N Roll y de la introspectiva atmósfera de Love is hell vols. 1&2, es decir, por donde caminaba junto a su nueva formación, The Cardinals, en las canciones de Cold roses. Puede interpretarse que el paso que el músico da ahora es coherente, ya que bocanadas de cada trabajo anterior salpican su nuevo disco y así no se olvida de cuanto ha compuesto hasta la fecha, son ráfagas cubiertas en este caso por el apoyo instrumental más country que rock de sus nuevos socios de estudio.

No hay canciones malas en Easy tiger, tampoco las hay estupendas. Pero todas son olvidables, cortas, sin momentos álgidos porque no parece haber lugar para ellos. Neal Casal y Sheryl Crow se cuelan en la grabación como amigos muy secundarios. El aura del Neil Young más bucólico (el de After the gold rush o Comes a time) flota en el ambiente. Será este disco, algo así como de reflexiva transición, poco recordado en el conjunto de la obra de Ryan Adams, uno más. ¿Puede ser que aquello que llamaron ‘americana’ sea ahora un estilo que vive sus horas más moribundas? Seguramente.

Nota: 6/10

martes, junio 26, 2007

GREATEST HITS 24: WHEN THE STARS GO BLUE (RYAN ADAMS)

He dudado en incluir esta canción en esta categoría del blog. Pertenece a esa obra maestra con puño, letra y voz de Ryan Adams, Gold (Lost highway, 2001). De las dieciséis que guarda el disco prefiero unas cuantas más que me parecen mucho más redondas y apasionantes, pero al final me he decantado por repescar este tema para condenar al mismo tiempo la versión con que otros músicos muy conocidos de la actualidad la han destrozado. Vale, no en sentido literal (conozco ‘covers’ horribles comparadas con la canción original), pero sí han borrado a When the stars go blue su clima natural, una espontaneidad triste y esperanzadora conjuntadas al mismo compás.

El tema de Ryan Adams, cuyo videoclip inspirado en parte en el film Taxi Driver aquí os dejo, posee la sencillez transparente que le falta a la versión que los muy blandengues Coors han estropeado con la aportación nada favorecedora de Bono. Si la primera es pura, a la segunda se la ve prefabricada, estropeada por la voz cursi de la solista del grupo irlandés y la desacertada ayuda de un líder de U2 al que se le contagia la blandura. Comparadlas.


domingo, junio 24, 2007

SOUNDTRACK 36: AQUELLAS COSAS QUE YA NO ME CREO DE LAS PELIS ANTIGUAS

Las visitas al cine clásico norteamericano (hablemos de las películas rodadas en las décadas de los 30, 40 y 50) que a menudo hago están produciéndome últimamente una sensación curiosa, la impresión de que con la edad que uno va acumulando aquellos films se hacen cada vez más antiguos. Uno empieza a encontrar en ellos actitudes inverosímiles, personajes nada creíbles y costumbres que aunque pertenecen a un tiempo que no hemos vivido y que entonces eran de lo más común y normal, ahora, desde tanta distancia adelante y por distintas razones socio-culturales, se antojan difíciles de encajar o concebir. Eso no convierte a muchas de estas películas en malas películas, algunas conservan estos… llamémosles ‘desfases temporales’, y continúan siendo consideradas obras maestras.

Veamos unos cuantos ejemplos de situaciones ya impropias:

-ese momento intenso en el que el galán atrae hacia sí impetuosamente a la mujer que ama y le propina un primer beso corto y con los labios apretados y hasta la mira… con desprecio,

-después de este arrebato él la toma por el antebrazo como si fuera una bandeja, pero nunca le pasa el brazo por los hombros ni ella responde con el suyo alrededor de la cintura del varón (vamos, y eso de meter los dedos en el bolsillo trasero del pantalón, ni de coña),

-azota el viento y la pareja corre a refugiarse, ella tiene que llevarse la mano al sombrero para que no vuele, pero a él, como a todos los hombres, incluso en las peleas, nunca se les cae el sombrero,

-por cierto, qué tiempos aquellos en los que todo el mundo llevaba gorra o sombrero y los caballeros, tuvieran el oficio que tuvieran, siempre vestían traje,

-qué tiempos aquellos en los que policías y ladrones encendían un cigarro con un estilazo envidiable y las femmes fatales expulsaban sus bocanadas de humo al techo como si fuera un arte,

-en esas peleas precisamente no había sangre, y cuando a veces había una ráfaga de disparos contra una víctima, ésta encogía los hombros, se ponía de puntillas y se inclinaba un poquito hacia atrás cerrando los ojos y caía torpemente pero sin sangre alguna que le saliera del cuerpo,

-incluso cuando un fulano en un western disparaba desde detrás de una rocas el bueno siempre le alcanzaba por el único sitio que dejaba al descubierto, es decir, por la cabeza, de donde no salía ni una sola gota de sangre (hasta que llegó Peckinpah),

-o en un forcejeo entre dos tipos el bueno le agarraba del cuello por detrás al malo y éste acababa desnucado a los cinco segundos con un leve apretón que le daba el ‘prota’, que vamos, en absoluto sabía quién era el tal Steven Seagal para aprender a romper pescuezos como palillos en menos que canta un gallo,

-o en una batalla o tiroteo el director responsable de la película apenas movía la cámara de los trípodes y la lucha no era más que un intercambio de planos de buenos y malos sin tensión alguna,

-o las indígenas exóticas con el rostro tostado de maquillaje que no se les borraba pese a pasarse toda la peli entre las olas de una playa,

-o Marilyn Monroe con la cara casi siempre pringada de potingues aunque se fuera a la cama en Niágara o le diera el polvo en la cara en Bus Stop,

-o los héroes de un barco pirata que llevaban siempre la misma ropa y nunca se les manchaba (a no ser que fueran simples marineros borrachos),

-o maneras de actuar como las de John Wayne, Robert Taylor, Joan Crawford, Barbara Stanwyck, Walter Matthau, Cary Grant, Audrey Hepburn, Olivia de Havilland o los secundarios de películas de John Ford … buenas unas, malas otras, pero irrepetibles.

jueves, junio 21, 2007

VOLUME ONE 74: DESTROY (STERLIN)

De manera imprevista volvemos a pisar terrenos nacionales y regresemos al territorio Subterfuge. Si la apuesta principal del sello para este año es los recién formados Tulsa, agradablemente reseñados un poco más abajo, su segunda o tercera propuesta anual es Sterlin, que repiten con la casa en su segundo trabajo, Destroy, y merecen una acogida igual de positiva.

El cronista da un pequeño salto atrás, cuando allá por el 98 se enganchó por unas semanas a un sencillo y bien construido tema, Happy birthday (utilizado incluso por canales de televisión para anunciar programas o bloques publicitarios), interpretado por los mallorquines Sunflowers. La banda duró un disco más y luego se disgregó. Cantaba una chica de voz suave y reservada en un inglés claro y bien pronunciado, aunque el acento delataba que detrás de aquella voz se encontraba alguien hispano. Luego la solista encabezó Sterlin, decentes en directo aunque un pelín sosos. Y Sterlin, casi con su misma formación inicial, maduran ahora con un material que sucede coherentemente al de su primer álbum y que además se beneficia de un empaque mucho más sólido, seguro.

Sigue Adela Peraita al frente cantando en inglés, a veces (todo hay que decirlo) demasiado tímida bajo las capas más corpulentas de los instrumentos que la envuelven. Con Destroy Sterlin gana una mayor credibilidad que con su obra anterior, The loneliest girl in the world (2005), y las canciones alcanzan una altura digna de ser acompañadas por el público que les siga, desde el inicial Curse it all hasta el último God gave me a gun, el único en que la solista esconde su inocente fachada para disfrazarse de PJ Harvey acompañada por Moby. Entre uno y otro tema el grupo entrelaza el rock americano con el pop primaveral, llega incluso a rozar al Neil Young más templado (A man with a thousand names) o a los Wilco del Being there (Standing in the shadows), y con I love love y Black eyed consigue que de Destroy uno acabe recordando que contiene un par de temazos formidables.

Nota: 8/10

miércoles, junio 20, 2007

VOLUME ONE 73: ERA VULGARIA (QUEENS OF THE STONE AGE)

De repente te tropiezas en un escaparate con un nuevo disco de Queens of the stone age cuando todavía está presente en el recuerdo la anterior entrega en estudio del grupo, que el año pasado editó además un directo. Ni escuché este álbum ni asistí a ningún concierto de la banda, pero los conocidos que sí tuvieron la oportunidad en algún festival aseguran que la experiencia es inolvidable y demoledora al mismo tiempo, aplastante, brutal… Dicen estos cronistas entusiasmados que Josh Homme y su formación son unos animales del rock; admitamos entonces del hard rock, stoner metal, heavy metal o stoner rock, lo que sea. Kyuss lo consagraron en el desierto y QOTSA sacaron el estilo stoner de allí sin dejar de volver, más en fondo que forma, a la desolación de la arena.

Ya sin rodeos, me suele interesar el grupo, aunque admito el miedo que me asalta sólo al tener que preguntarme qué variante de desfile ruidoso van a elaborar. Con esa reserva me lancé a por Era Vulgaris (Interscope, 2007), el quinto álbum de las Reinas de la Edad de Piedra, ahora con Homme como líder único tras la marcha quizá afortunada del insoportable Nick Oliveri. Y como en las ocasiones anteriores volví a experimentar esa peculiar sensación de encajar un azote continuo de guitarras ásperas y bases comprimidas al que es imposible no encontrarle ciertos destellos de atracción.

Este Era Vulgaris aporta bien poco a la evolución del grupo, escapa del estruendo traumático del plomizo Lullabies to paralize (2005) y se pega a la superficie menos pesada del más certero Songs of the deaf (2002). Los amigos invitados acuden a la cita, aunque Julian Casablancas (The Strokes) apenas se percibe en Sick, sick, sick y Mark Lanegan ha tenido apariciones más destacables que la de ahora en River in the road. En tres o cuatro cortes, Misfit love, Into the hollow y Make it with Chu especialmente, la temperatura del disco alcanza los niveles más templados y favorables. Poco y repetido, de todas formas.

Nota: 6/10

martes, junio 19, 2007

SOUNDTRACK 35: BLACK SNAKE MOAN

En algunas salas de cine españolas se está proyectando, en la mayoría de ciudades no. La distribución de películas de corte comercial en las urbes medianas o pequeñas es un eterno misterio en este país, pero esa es otra historia. Así que hay que ver a través de otros canales films como Black Snake Moan (Craig Brewer, 2006), película de propuesta cuanto menos atrevida y morbosa, de resultados tristemente decepcionantes, aunque con un componente extra que sí alcanza una nota superior al aprobado, su banda sonora. Su suma por tanto al grupo de obras cuya selección de canciones le toma una enorme delantera a la calidad de las películas, como le ocurre a todas las firmadas por Quentin Tarantino, por poner un ejemplo.

La historia se resume en el cruce de personajes contrapuestos: el casto, religioso y recién divorciado personaje al que da vida Samuel L. Jackson retiene en su casa aislada en el bosque a la desbocada ninfómana con novio que interpreta Christina Ricci encadenada a un radiador después de haber recibido una paliza y ser arrojada a un camino. La relación que les une servirá para que cada uno encuentre su redención y el blues, ese blues tan curativo como castigador, les ayudará a transformarse, ¿a sanarse? Problema: no hay quien se crea ni los personajes ni sus intenciones. Jackson ya está demasiado acostumbrado a actuar por inercia y Ricci, esforzada de físico, resulta poco convincente como veinteañera provocativa adicta al sexo y, mira por dónde, hasta con trauma infantil, qué original. Pese a que el director confiere un poco de vigor a algunas escenas donde el sexo o la música cobran relevancia, el conjunto acaba por resultar ridículo.

Ahora bien, en el score compuesto por el joven autor de blues-country alternativo Scott Bomar se encuentra el punto fuerte de Black Snake Moan. La música pantanosa, de cuerdas metálicas y puntiagudas y percusión misteriosa refuerza los pasajes climáticos de la película. No sólo eso, suena intercalada con piezas de blues tradicional modernizadas y otras canciones de artistas y bandas incluidas en el estilo denominado desde no hace mucho nu blues, como R. L. Burnside, North Mississippi Allstars o The Black Keys. Incluso Samuel L. Jackson ejercita sus intimidantes cuerdas vocales para convertirse en un convincente cantante de blues-rock en cuatro cortes. Dice su personaje en un momento de la película que el lamento de la serpiente negra se destapa en su interior y se manifiesta en forma de blues. Gran blues.

sábado, junio 16, 2007

VOLUME ONE 72: MEMORY ALMOST FULL (PAUL McCARTNEY)

El simpático videoclip colgado hace unos días un poco más abajo presagiaba el carácter retozón y jovial que cubre el nuevo disco de Paul McCartney, quien a lo tonto supera la veintena de álbumes propios desde los primeros setenta tras sus años de gloriosa vida como beatle. Como ex beatle, en cambio, parece que el bajista y compositor no se ha ganado demasiadas simpatías, al menos no tantas como el bueno de George Harrison, llorado a chorros y venerado tras su no tan lejana muerte. La carrera de McCartney en solitario no desmerece en comparación con la de George o John Lennon, es más, el músico inglés se desmarcó de los convencionalismos al comienzo de su etapa post-beatle y hasta la fecha se ha mantenido, con Wings y otras compañías, bastante activo aunque con periodos olvidables.

Dance tonight es el single indiscutible de Memory almost full (MPL Communications, 2007), el repaso que McCartney hace de varias de sus vivencias y emociones sin caen en la tristeza ni el pesar, sino en la añoranza sonriente de los tiempos pasados pero no perdidos. Al muestrario sombrío de canciones de su anterior disco, Chaos and creation in the backyard, le sucede dos años después una colección de temas sobre los que cae la luz que en el trabajo previo tapaban las cortinas. Además, al más complejo productor Nigel Godrich (Beck, Radiohead) le releva ahora David Kahne, más cercano al autor y más extrovertido en su historial (Bangles, Cher, The Strokes), próximo a la colaboración de Paul con Jeff Lynne en el fantástico Flaming pie de 1997.

La memoria fresca del ex beatle superviviente recoge un arranque de disco magnífico con el single antes comentado y un par de dulces caramelos como Ever present past y See your sunshine. El viaje transcurre sin sobresaltos hasta el corte 8 con Vintage clothes, que inicia una especie de suite de amables temas enlazados que lleva al álbum hasta su clímax más histérico y a la vez nublado con House of wax. Una melancólica pieza posterior y un breve broche que traslada a los tiempos del álbum blanco de los Beatles cierran el disco con la sensación final de que si este tipo hizo cosas grandes hace cuarenta años las que hace ahora al menos tienen que estar bien hechas.

Nota: 7/10

jueves, junio 14, 2007

SOUNDTRACK 34: OCEAN’S HOLMES

Lo bien que casan un traje de Emidio Tucci y George Clooney encuentra un paralelismo perfecto en la sintonía entre la serie cinematográfica de la cuadrilla de Danny Ocean y el responsable de su banda sonora. Estrecho colaborador del cineasta Steven Soderbergh desde su film Out of sight (1998), el norirlandés David Holmes orquesta su especialidad musical con la elegancia de un truhán que perpetra un gran golpe al otro lado de la pantalla y desliza sus 'grooves' de funk, soul y jazz cool ajustados a los Ocean’s Eleven, Twelve y Thirteen como un guante.

El nuevo score ‘delictivo’ de David Holmes vuelve a ser fardón y molón. El origen del compositor como dj en clubes británicos está muy presente en esas piezas bailables que enchufan todo el cuerpo, que beben del calor y el sudor de locales nocturnos poblados de sedosas mujeres en minifalda y apuestos caballeros engominados. Desconozco si Las Vegas actual suena como Las Vegas al que regresa Danny Ocean, pero el choque de las fichas unas con otras y el cabalgar de las bolas alrededor de la ruleta animan a pensar que sí. La música de los nuevos Sinatras.

El film, el más reciente de los chicos de Ocean y Soderbergh, bueno, pues es entretenido, como lo eran sus dos precedentes. Al primero no le sobraba nada, descubría los personajes y sus dudosos encantos y montaba una trama sublime alrededor de un sofisticado atraco a un casino. Al segundo le sobraba el abuso de colegueo, que perjudicaba a la trama y al ritmo sin apostar por lo novedoso. Del tercero se volverá a decir que es más de lo mismo, cierto, posee la misma familiaridad, recobra cierta seriedad argumental, algún matiz decadente y te saca sonriente del cine por la presencia magnética de Clooney y Pitt y la pericia narrativa y visual de Soderbergh, qué listos ellos que saben cómo ganar pasta para gastarla después en lo que no da pasta. ¿Qué robamos la próxima vez?, a ritmo de Holmes.

GRACIAS

Gracias Bob, tú eres nuestro premio.

miércoles, junio 13, 2007

GREATESTS HITS 23: DANCE TONIGHT (PAUL McCARTNEY)

Por temporadas aparece una canción que se te pega en el cerebro y te acompaña a todas partes, cada dos o tres minutos la tarareas de camino a casa o mientras lees un libro. Tiene un ritmo contagioso o un estribillo pegadizo, unas frases atractivas o un recitado adictivo, lo que sea, toda ella es una trampa en la que te dejas atrapar. En 2007 lo ha conseguido de momento este Dance tonight que avanza el nuevo disco de Paul McCartney, Memory almost full, y que promete ser más luminoso que su anterior y discreto trabajo.

Aquí tenéis su vídeo, en el que descubriréis el regalo que muchos de nosotros quisiéramos tener brincando revoltosa alrededor del autor. (Gracias a Yojimbo por enseñarme este caramelo primero).

martes, junio 12, 2007

VOLUME ONE 71: ICKY THUMP (THE WHITE STRIPES)

Debería crear una nueva etiqueta para englobar otros temas o posts en este blog, vendría a referirse a lo peor de lo peor, lo que de por sí ya no merece comentario. Es suficiente desprecio. Pero es que haber escuchado una nueva racha excitada de virtudes y elogios hacia The White Stripes me ha tentado a malgastar tinta (tiempo de tecleado en este caso) para echar por los suelos el ruido con que esta horrorosa banda nos castiga con demasiada frecuencia. Sé que lo mejor es cambiar de sintonía, pero me vence la debilidad de volver a conceder una oportunidad, una vez más desaprovechada.

Bueno, pues el dúo de Detroit va a destapar enseguida un nuevo disco, Icky Thump, el primero que publica con Warner Bros. y que descarta el rojo en su colorido de portada. Los cuatro temas que precedieron a mi escucha completa del álbum ya me alertaron del peligro que me podía amenazar. Ese irritante guitarrista y vocalista que es Jack White ya se consolida como experto castigador con su nueva entrega de rock minimalista (como así lo llaman) rociado de horteras adornos de folclore americano, sonidos celtas, blues modernizado, mariachi y hasta pasodoble. El granuloso guitarreo de White y el agresivo y por momentos destartalado golpeo de Meg White siguen descubriéndolos como músicos patéticos.

Pues a Seven nation army y a Blue orchid, singles de arranque del grupo, le seguirá ahora Icky thump, otra vergonzosa canción para un grupo insólitamente encumbrado que con sus nuevas rupturas de ritmo, distorsiones desagradables y agrio puré de sonidos engrandece en sólo una particularidad, la de causar dolor de cabeza.

Nota: 1/10

sábado, junio 09, 2007

LIVE IN 40: PEARL JAM (LISBOA, 8-6-07)

La oportunidad no se podía dejar escapar. Ahí tan cerca, a Lisboa y a Madrid, volvían Pearl Jam, y menos de un año después de haberlos visto en vivo por primera vez, ¿qué mejor ocasión que ésta para repetir? Con nuevos testigos de excepción, además: Luimi a su aire, Zaida bien acompañada y un servidor en estrecho viaje relámpago con Dufresne y, cómo no, Pepe Guns. Buena música de por medio. En Algés, atestado de almas a lo largo de su paseo marítimo, Pearl Jam expusieron la segunda tanda de su gira europea. La misma crónica que mereció su actuación en el Azkena de Vitoria en septiembre pasado podría ser válida para resumir una nueva gran actuación de la banda de Seattle en terreno portugués.

Primero los peros: al que ya no es debutante ya no le sorprende el impacto del espectáculo, puede quedarse estupefacto con alguna elección nueva o algún desarrollo de lucimiento brutal, con McCready como responsable, pero si tiene tan fresca la actuación anterior poco va a encontrar de novedoso en esta; por otro lado (y en esto coincidimos todos), se echan en falta canciones que no sean las que todo el mundo pueda o sepa corear, las escogidas son fantásticas, pero esas joyitas escondidas en los discos, las que no son grandes éxitos, bien merecían ser recuperadas en directo.

Ahora las alabanzas: que Pearl Jam siguen siendo unos chavales jolgoriosos sobre el escenario; que Eddie Vedder es otro chico de humor jovial al que sólo le hace falta una tabla de surf y unas cuantas olas delante de la batería para convertirse en el rey absoluto de la función; que McCready es un monstruoso guitarrista capaz de convertir sus solos en intervalos místicos; que los himnos como Alive, Betterman o Even flow seguirán muchos años más siendo himnos. Podio: State of love and trust para volverte loco, Black para flotar, Crazy Mary para gritar en escalofríos. La música nos mantiene vivos.

jueves, junio 07, 2007

VOLUME ONE 71: HALF THE PERFECT WORLD (MADELEINE PEYROUX)

Va para un año que el ascensorista de cristal me habló de una versión actual del conocido tema romántico de Leonard Cohen Dance me to the end of love (sé que te encanta, Red). No recordaba el nombre de la intérprete, una chica de espigada figura y frío atractivo que empezaba a ser muy elogiada en los circuitos de jazz americanos. Unos meses después encontré esa versión del tema de Cohen en Careless love (Rounder, 2004), de Madeleine Peyroux, acompañada de otras canciones de autores de altura como Hank Williams o Bob Dylan reinterpretadas por esta mujer nacida en Georgia pero nada sureña ante el micro, sino criada por la mezcolanza de ambientes y culturas que se respiran en el sur de California, Nueva York y París. Allí donde leyeras algo referido a la señorita Peyroux encontrabas una constante comparación en su estilo de cantar con Billie Holiday, así de claro, así de grande. Sólo atreverse a mencionar a un artista de enormes dimensiones como modelo interpretativo de un o una recién llegada provoca en ciertos sectores de la audiencia y la crítica un rechazo muchas veces instantáneo y ciego, pero en este caso la comparación no es gratuita ni disparatada.

Dos años después de aquel disco, el segundo de su carrera tras un largo paréntesis de colapso, Peyroux grabó Half the perfect world (Rounder, 2006), una suerte de complemento a su anterior trabajo cargado también con versiones (Cohen pide permiso otra vez y hasta Charlie Chaplin se gana un recuerdo) entre propias canciones. La prensa (Cuadernos de Jazz entre otras) ha vuelto a ser más que amable con la autora, consciente ella de que su crepuscular parecido con la gran Billie Holiday no sólo es su mejor arma comercial sino la cualidad que convierte sus piezas en delicados lienzos enmarcados con instrumentación precisa. Este nuevo disco confirma a Madeleine Peyroux como una sensual vocalista de jazz pop (o como se quiera denominar), todavía un pelín templada, tímida, pero de muy buen gusto y estilo; no hay más que confirmarlo con la maravillosa River de Joni Mitchell acompañada por K. D. Lang o el (Looking for) The heart of Saturday night de Tom Waits. Toma homenaje.

Nota: 7/10

lunes, junio 04, 2007

BONUS TRACK 24: DOO-BOP (MILES DAVIS)

Fijaos bien en el tipejo de la foto. ¿Confiarías en una facha como esta en la portada de un disco para prestarle una escucha? Si no fuera Miles Davis quizá le dabais pasaporte sin romper el plástico. Admito que yo haría lo mismo. En cambio, aquí estoy, por cortesía de Fer, dejando que los etéreos y algo asfixiantes sonidos de Doo-Bop (Warner Bros., 1991), el álbum de estudio que Miles grabó en el año de su muerte, me mantengan en estado de constante asombro respecto a la carrera de tan mítico autor.

¿En realidad es Doo-Bop un disco de Miles o es Miles quien simplemente toca la trompeta en esta obra que bien podría llevar la estampa de cualquier músico de rap y hip hop de los años noventa? Más bien lo segundo. Produce Easy Mo Bee, de hecho, posterior productor y mezclador con Puff Daddy, The Notorious B.I.G. o Eminem. Su unión con Davis se debe a la perpetua ansia del trompetista por experimentar y fusionar el jazz con todo tipo de estilo o tendencia. Por entonces, ya en los albores de los noventa, Doo-Bop acabó por guardar fraseos de hip hop sintético espolvoreados de jazz ácido.

El caso es que este disco de publicación póstuma no es gran cosa en comparación con el grueso de la obra de Miles Davis, ni siquiera con el cambiante curso que tomaron sus discos desde finales de los setenta hasta su muerte. Imaginaos, flotante líneas rítmicas de banda sonora de peli porno, scores para films de Cheech y Chong y fondo de fiesta hortera de negros salpicados de colores chillones. Sí, pero con la sordina de acero de Miles cabalgando sigilosamente en cada tema. Un raro e indefinible espécimen.

domingo, junio 03, 2007

JAM SESSION (III)

El lenguaje. El corruptible poder de las palabras. Para decir las cosas como son, para imaginarlas en una ensoñación o no saber distinguirlas de cuándo ocurren y cuándo no. ¿En qué se parece una gallina a una gominola, un jamón a un pastel? En que son términos figurados para definir con privado cariño la sensación que produce una linda pasajera. Sí, las palabras, que de nada sirven cuando en la clandestinidad de la distancia nuestra mirada enfoca, encuadra y congela el beso más bonito que nunca nos han dado, el que comparten el caramelo de nuestras (absurdas) ilusiones y un desconocido de lo más afortunado.

Gírate 180 grados y tendrás delante a la Torre Eiffel. Venga ya, ¿cuántas veces necesita entrar en el lavabo? Si tienes que tirar de los bajos del jersey cada vez que te sientas o levantas para que no asome el borde lujurioso del tanga por encima de la cintura del pantalón, entonces no te calces un tanga en la guarida que esta noche nadie te va a arrancar a desgarros. No se puede subir a la cima, no funciona el ascensor y las escaleras están cortadas. Dejemos París para otro año.

Todo se desgasta, nada dura eternamente. El mando a distancia de la tele, la memoria del ordenador, la gasolina para escaparse, la comodidad del colchón, dos personas. Mejor que no duela dejar las cosas atrás, ¿quién sabe?, las ciencias humanas no son exactas y algo que se descompone o se pierde se puede arreglar o recuperar sin que haga falta ser mecánico. Suerte, de todas formas.