jueves, marzo 31, 2011

HI

Qué tal… en cualquier idioma. La peor sensación es la de no saber por dónde pisas aunque poco a poco mantengas mejor el equilibrio. De no querer ver a nadie pasas a querer ver a todo el mundo. De callarte a no dejar de hablar. Siempre escuchando. Hasta que encuentras el punto en el que mejor te encuentras. Ante sus ojos una vez más después de tanto tiempo. O tan poco.

domingo, marzo 27, 2011

BYE

Bye bye, people, places and things from London. Very nice to have met you. Aunque no existe el hasta siempre y me lo llevo todo conmigo.

Paseos verdes, blancos y grises. La nieve. Camden. Brick Lane. 1001. The Burlington Arms. HMV. Isle of Wight. Winchester. Cambridge. Mavis, Hiatt, Spoon, Ani, Isobel and Mark, Iron & Wine, Dulli & Co. El 29. El metro día tras día. El Tollgate y todos los encuentros con Fer. La escuela. La biblioteca. El inglés. Rico y John. David y Filippo. Todas las chicas bonitas de Londres. Shota, Irene, Thomas, Diana, Mauricio, Marianna. Y los correos de los que no pierdo la cuenta.

Life goes on… and it's not dark yet.

miércoles, marzo 23, 2011

GREATEST HITS 106: THE GREATEST (CAT POWER)

Tiene una melancolía flotante y profunda. Ella y su canción. Esos coros crepusculares, el verso caliente y deslizante, el viento evocador, la intérprete descalza y saltarina. La miro y veo a muchas mujeres. Cat Power. La escucho y me llevo esta música para cualquier despedida. The greatest.


LIVE IN 107: LA MEJOR MÚSICA QUE NUNCA HAS ESCUCHADO

Mi amigo Javier me ha pedido que le comprara un libro y me he permitido el atrevimiento de adelantarme a él en su lectura ya que tardaré unos días en entregárselo. La mejor música que nunca has escuchado (The best music you’ve never heard), se titula. Y me hizo pensar… en esos éxitos que nunca llegaron, las carreras que pronto se frustraron, los proyectos malditos o imposible que enseguida se vinieron abajo, la música que nunca encontró público ni compradores, los artistas sin fortuna o carentes de ambición, extravagantes discos de músicos de prestigio, desgracias personales que acabaron con los sueños de prometedores autores, obras de culto…

Todo eso contiene este libro interesante, escrito por importantes plumas de la prensa musical británica. Dividido en secciones estilísticas que van del folk rock a la psicodelia pasando por los progresivos, los tradicionalistas o los simplemente inclasificables, repasa las biografías de varios de esos artistas y bandas que nunca alcanzaron la fama y cuyos trabajos descansan perdidos en los archivos o en el fondo de los armarios de las viejas tiendas de vinilos. Y te encuentras a Fred Neil, Bardo Pond, Slint, Laura Nyro, Jo Ann Kelly, Will Oldham, The Incredible String Band, Tunng, Soft Boys, Pere Ubu y un largo etcetera. Con algunos, los fracasados, incomprendidos o autodestructivos (Karen Dalton, Daniel Johnston, Judee Sill) te deprimes un poco.

viernes, marzo 18, 2011

LIVE IN 106: THE TWILIGHT SINGERS (Electric Ballroom, London)

Dulli suda rock, más bien soul, siempre lo he visto como un soulman camuflado en otros ropajes musicales. Lo noto en cómo canta, con una voz para nada prodigiosa, en cómo fuerza su garganta exprimiendo todo su sentimiento. Y hoy también lo he notado en cómo se mueve agarrado a su guitarra ante el micrófono o dándose la vuelta y dando vueltas sobre sí mismo, o sorprendentemente sentado al piano. The Twilight Singers, en promoción de su quinto disco, Dynamite steps, se pasaron por la sala Electric Ballroom de Londres. Su concierto fue enérgico, medido e intenso, cómo lo son las canciones que se gastan estos cantantes crepusculares.

On the corner es lo que más y mejor suena del último álbum y el tema resume sus esquemas: insinuante arranque, adictivo riff e in crescendo controlado hasta un estallido en el que la canción cobra una intensa fuerza. Así cuida su estilo Dulli y su banda. Sin parones, sin vacilaciones, directo, emotivo y hasta sobrecogedor en dos de los baladones que cantó al piano. Se dejó oír lo mejor de Blackberry Belle (en especial Teenage wristland), alguna joya recuperada del Powder Burns, pero ninguna de las versiones que llenan el excelente She loves you, el único reparo a un muy buen gig… el último en London.


miércoles, marzo 16, 2011

SOUNDTRACK 106: BOARDWALK EMPIRE

Atlantic City, 1920. El alcohol está prohibido, pero la prohibición seduce más que la legalidad y si uno es diestro con sus encantos, tiene el poder al alcance de la mano con extrema facilidad y la corrupción es la mejor arma con la que poder abrazarlo. Tan fácil como eso. Boardwalk Empire lo muestra, lo retrata, lo desmenuza parsimoniosamente. Es así como la HBO desarrolla sus mejores series, en las que pone más empeño. Esta es una buena serie, a la que le falta un poco más de espontaneidad, que no todo ese decorado y vestuario parezca tan limpio y perfecto, para ser mucho mejor. Para ser más placentera que disfrutable.

Boardwalk Empire. Produce entre otros Martin Scorsese, que dirige el primer capítulo y recupera en él su habilidad e ingenio, apagados en los últimos años. Dirigen también los mejores artesanos de la televisión actual, como Allen Coulter, Jeremy Podeswa o Tim Van Patten. Y la trama avanza cautelosa y detallista conducida al ritmo de Nucky Thompson (un sensacional Steve Buscemi), cínico y encantador, el hombre que controla Atlantic City, que sabe cómo distribuir alcohol, negociar con mafiosos y políticos y convencer a cualquier mujer. También guía el barco el matón Jimmy Darmody (un no menos espléndido Michael Pitt), melancólico padre de familia, callado y letal. Desfilan por la serie un sinfín de tipos y tipas despreciables, futuros capos de la mafia antes de marcharse a Chicago, comisarios corruptos y policías obsesionados (impresionante cada intervención del personaje al que da vida Michael Shannon), mujeres fáciles y mujeres que por conveniencia se arriman a ambos lados de la ley y el orden.

“Debemos decidir por nosotros mismos con cuánto pecado podemos vivir”. Es lo que le dice Nucky a su protegida y amante Margaret Schroeder (una inocente en apariencia Kelly Macdonald). La frase resume el modus vivendi de cada cual en aquellos años y en aquel entorno, descrito en el libro de Nelson Johnson. Da para más esta serie, aun con sus brutales momentos de éxtasis y tensión, sus perspicaces conversaciones y sus brillantes diálogos. Se planea una segunda temporada. Estaría bien, da la sensación de que aún puede haber más ruido y sangre en Atlantic City.

lunes, marzo 14, 2011

VOLUME ONE 234: HORSES AND HIGH HEELS (MARIANNE FAITHFULL)

Me gusta esta mujer, no toda su obra, que aún me falta completar, pero sí me atrae y convence su variado olfato estilístico y esa aureola de respeto que la rodea, con la que se pasea erguida entre críticos y músicos que tienden a exaltarla. Caminó por los lados salvajes, pero los años no solo la han domesticado, la han mejorado musicalmente. Está en ese punto de veteranía y relevancia que le permite trabajar con los mejores productores, llamar a los más talentosos colaboradores y versionar a cualquiera para llevar a su terreno una nueva colección de canciones. La que aparece en Horses and high heels (Dramatico, 2011) es de primera calidad.

El disco arranca con The stations, y te preguntas si Dulli y Lanegan se van a poner a cantar. No, empieza a hacerlo Marianne Faithfull. Esta versión, una de las nueve (y no al uso) que contiene el álbum, es de lo mejor del repertorio, superior al tema original. O Love song, o Goin’ back. Otros cuatro cortes llevan la firma de Marianne, y Why did we have to part? o Horses and high heels son espléndidos. Aparecen Lou Reed y Nick Cave por el disco, pero en un muy discreto plano. Produce Hal Willner en Nueva Orleans con unos cuantos músicos locales. Una garantía. El sonido es exquisito y profundo. Y esta señora, siempre áspera y con esa voz tan siniestra pero dócil, es de las buenas.

Nota: 8/10

viernes, marzo 11, 2011

SOUNDTRACK 105: THE CORNER

Se te cae el alma al suelo viendo The Corner. Porque la droga, sabemos, esclaviza, degrada, pudre, aniquila. Y mata. En The Corner ves la aguja en primerísimo plano escarbando en la vena; ves a un hijo que sorprende a su madre esnifando, se disculpa por molestarla y pasa de largo; brazos y piernas hinchados como balones de tipos que no se tienen en pie; cuerpos plagados de marcas de cada chute; yonkis que piden lo que se metió el tipo al que sacan en camilla porque tras la brutal sobredosis que se ha metido aún no ha pasado al otro barrio. Familias rotas, barrios marginales, adictos atrapados por mucho que quieran salir a flote, nostalgia de un pasado inocente, realidad de un presente terrible, un futuro vacío… o quizá con un tenue halo de esperanza. Baltimore hace una década. También hoy.

Los creadores de The Wire, David Simon y Edward Burns, recogieron en un libro titulado The Corner las experiencias reales a lo largo de un año en la vida de una familia y otras personas de su entorno torturadas por la droga en el corazón de West Baltimore. En 2000 la HBO produjo la serie, de solo seis capítulos y dirigida por el actor Charles S. Dutton. Eso ocurrió dos años antes de que The Wire ofreciese sus primeros episodios.

The Corner, con un acento más documental y una crudeza sin compasión, puede verse como el origen de The Wire. Mientras la primera se recrea en los estragos que la droga produce en ese desolador universo que dibujan las esquinas de West Baltimore, la segunda, como tanto elogiamos sus fervientes admiradores, va mucho más allá. Las esquinas son en The Wire peones en un tablero de ajedrez donde todos se alían o se enfrentan: policías, jueces, políticos, traficantes, matones, maestros de escuela, mafiosos y por supuesto drogadictos, los que echan su vida por el desagüe y cuyas historias convierten The Corner en una magnífica serie.

miércoles, marzo 09, 2011

LIVE IN 105: IRON AND WINE (Roundhouse, London)


No fue el mismo que hace tres años allá en la sala Apolo de Barcelona, con la inmejorable compañía de Dufresne. Pero no fue ni mejor ni peor. Fue distinto. Y la distinción, a menudo, es sabia. O la reinvención. Esta noche en la sala Roundhouse de Londres. Porque no solo Sam Beam se cambia ahora de traje (ya no parece un hippie de las praderas, sino un distinguido ejecutivo con casa en las afueras, eso sí, con su larga barba intacta), también disfraza sus canciones, hasta el punto de transformarlas de tanto retorcerlas, especialmente las que recupera de su gran obra maestra, The shepherd’s dog. Voy a llamarlo free rock, frivolidad pasajera en sentido homenaje a mi nada estimado free jazz.

A lo que vamos… Enorme Iron and Wine, hablador y simpático. Más agresivo acorde con el sonido arisco de su último álbum, travieso con los efectos de teclados y esas percusiones acompasadas y extravagantes. Medio repertorio de Kiss each other clean sonó fantástico, como la festiva Tree by the river o la apoteósica Your fake name is good enough for me antes del bis, con el batería dejándose la piel y el bajista maltratando sus cuerdas. Pero no pierde su dulzura el maestro, esa delicadeza bondadosa de su voz cuando canta He lays in the reins o cierra la noche con Naked as we came.

La medalla de oro se la cuelgan todos esos temas del Shepherd’s, desde el inicial Boy with a coin, hasta un House by the sea llevado a un sórdido callejón nocturno, pasando por una alargada reinterpretación de Wolves con la que la banda, como entonces en Barcelona, me volvió a transportar a las nubes.

jueves, marzo 03, 2011

MARIANNE

Arrebato contemplativo. Las ganas que uno tiene de recrearse con la curiosidad de un niño y la imaginación de un artista en algo hermoso, un rostro tierno, una mirada colegial, cabellos de donde brota la luz, un ángel en blanco y negro. Las imágenes que nunca se pierden. El reloj avanza para todos. Me vuelve a visitar ese virus indomable, la fijación por el paso del tiempo, lo que hubo y lo que es.

martes, marzo 01, 2011

SUZE

Me enteré de rebote, a golpe de clic de un lado para otro. Y sentí por un momento que la conocía, que una vez pasó por mi vida. Pero no fue así, de nada la conocía, a pesar de haber estado siempre en mi casa, en un viejo cassette que nadie usa, en un vinilo enfundado que nadie mueve de las estanterías, en un cd bien colocado, donde la B de Bob se detiene en 1963. Ahí estaba ella, pasmada por el invierno en medio de una calle nevada, enlazada al brazo de un novio que se congela y que esconde su cuello entre los hombros. Parecen enamorados. Lo estuvieron. Sus caras no lo disimulan. Duró lo que duró, lo que les dejó la felicidad antes de esquivarlos y empujarlos por otros caminos, el tiempo para que a él ella le inspirase unas cuantas canciones, para que luego se las cantase, nos las cantase. Me pregunto qué siente él ahora, después de tantos abrazos repartidos, kilómetros y peregrinajes. Ella le dejó hace mucho tiempo, pero se acaba de marchar para siempre. Suze Rotolo (1943-2011)

BONUS TRACK 90: TIME OUT OF MIND (BOB DYLAN)


Cuando aprieta el frío viene bien arrimarse a cualquier cosa caliente, a música por la que no pasan las estaciones y que todavía hoy parece recién salida del horno, crujiente y tostada como un jugoso cordero. Así que de paseo por este laberinto de calles y parques para dejar que el aire despeje la mente y aclare las ideas, estas once canciones cocinadas en 1997 sientan de maravilla durante horas de caminata. La cosa tiene su mérito, como poco. Uno se funde con el humo del garito y se agarra al aire para no dejarlo en toda la sesión, encadenado a sonidos ensortijados y al balanceo de sugerencias, a flirteos que conducen a buen puerto. Después de 73 minutos te sientes un poco mejor. Obra redonda, cumbre, sublime y definitiva. De Dios.