Los
personajes de la ‘sitcom’ Mom son mal
ejemplo, seres poco
recomendables. Tienen un pasado y
un presente más que
reprochables:
la protagonista es una divorciada exalcohólica y las
amigas con las que acude a las reuniones anónimas también;
ha empezado a estudiar
tarde y sus relaciones sentimentales no son para presumir;
su madre, con la que se reencuentra al comienzo de la serie tras
varios años sin contacto, fue drogadicta y
ahora se presenta ante su puerta para encontrar un tejado;
su hija da a su bebé en adopción en la primera temporada y luego rompe con el novio; su
exmarido, un patán colgado con el que comparte la custodia de su
hijo, se transforma en un patán patético al juntarse con la hija de
un millonario; ahora viven madre e hija juntas, que se pican, se
reprochan, se enfadan y se quieren. En las tres temporadas que lleva
la serie ha habido muerte, enfermedad, conflictos familiares y
generacionales. Aunque
no lo parezca, Mom es una comedia, sí,
de las de
risas enlatadas.
Chuck
Lorre, responsable de otras
'sitcoms'
como Cybill o
The Big Bang Theory, es
uno de sus creadores y guionistas.
Y dos buenas actrices
como Anna Faris en el
papel de hija y Allison Janney, la entrañable CJ Cregg de West Wing,
como la madre, sus
protagonistas principales. Los guiones alternan situaciones
predecibles con desenlaces inesperados y en ellos está la clave de
que los dramas encajen tan bien con las risas, como polos próximos
del escenario de la vida. De un modo que pasa de la rudeza a la
sutileza, de la carcajada a la desolación. Mom es equilibrio
llevadero, aire frente
al ahogo.
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