Prefiero (preferimos) otro
Dylan. En Fallen Angels (Columbia, 2016) repite ángulo crooner,
estancia en un pasado de glamour en blanco y negro y noches de voz
susurrada, melodías cálidas y atmósferas de ensueño. La
invitación al cancionero americano enriquecido hace sesenta y
setenta años por temas de Johnny Mercer, Hoagy Carmichael o Harold
Arlen sucede al paseo por el repertorio Sinatra por el que el autor
naufragó el pasado año en Shadows in the night, el peor trabajo de
su vasta producción junto a la broma navideña. Esperaba
(esperábamos) otro tropiezo grabado en un suspiro en el mismo lugar
y con la misma banda que el penoso Shadows, pero Angels, cuyas piezas
interpretó también Sinatra, ya no supone una decepción. Ajeno al
tiempo y a la carcoma, Bob Dylan canta y suena algo mejor, sin forzar
la garganta, en otra noche irreal que sintoniza mejor con la hermosa
música sedosa que lo protege. Al levantarse la aguja seguimos
creyendo que este hombre es único y no dejaremos de amarlo, pero
sabemos, en cambio, que quizá nunca más volveremos a escuchar este
disco. Preferimos (prefiero) otro Dylan.
Nota: 6/10
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