A
estas alturas, muy lejos de los días de adhesión, superada la fase
del desencanto e instalado en la indiferencia y más bien la
poca
confianza hacia el alt-country, americana o como se quiera llamar y
recordar, de un modo inesperado me sorprendo disfrutando con el
último trabajo de Richmond Fontaine. Este grupo se me escapa, o yo
escapo de él, o es que siempre estuvimos alejados y lo que había
escuchado (no más de dos discos y alguna canción suelta) no
conseguía acercarnos. Por alguna razón de explicación imprecisa me
veo mirando más allá del burro solitario en mitad del desierto y
averiguando si, como reza el título, no se puede volver atrás si no
hay nada por lo que volver. Pues sí, merece la pena regresar. You
can't go back if there's nothing to go back to (Fluff
& Gravy,
2016) es
un trabajo de una tristeza árida y hermosa (Wake
up Ray, A night in the city),
una colección de relatos que parecen salidos de las plumas de
Raymond Carver o Richard Ford, musicalizados por una banda enraizada
sin rigores en aquel country alternativo o lo que fuera que despierta
a los
primeros Wilco, Son Volt o Whiskeytown. Y me vuelve
a gustar.
Nota: 8/10
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