Joe, Joe Henry. Hoy en día la música, mi música y el modo en cómo la experimento, se explica en Joe Henry y en todo lo que pasa por las manos de Joe Henry: por lo que sé de él, por lo que él escribe e interpreta, por su trabajo y por todo lo que intuyo a su alrededor. Fino músico, emotivo cantante, genial productor.
Este
disco es para sentirlo reposado, (estoy de acuerdo, Dufresne) para que su
latido se confunda con el nuestro mientras estamos trabajando o leyendo por la
noche, o mientras huimos. Invisible hour (Ear Music, 2014) se grabó en 2013 y
Joe lo dejó madurar casi un año. Habla de las relaciones, del tiempo, del
matrimonio, del recuerdo. Sus líneas no tienen desperdicio, sus canciones, bellas,
densas y de un delicado poder enternecedor, tampoco. Joe salió de gira poco
antes del verano, pasó por España, gastó millas y países, y volvió a seguir
grabando y produciendo (en 2015 nos espera otra vez con Bettye LaVette). Él sin
banda, una o dos guitarras, un piano, su hijo con su saxo y un clarinete. Maravilloso.
Me encantaría conocer a Joe Henry, hablar sin parar y escuchar música con él.
Este
disco no está en ninguna (o casi ninguna) de las listas de la mejor música del
año que se han publicado en papel o pantalla. Qué importa. La única lista de
referencia, la única que vale de algo es la que configuramos nosotros mismos.
La calidad la decidimos nosotros y muchas veces coincide con la calidad que
aprecian muchos otros. Invisible hour es uno de los mejores discos de 2014. Nota: 9,5/10
Feliz
2015 y feliz música.
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