Hay dos caras de Cracker en
su décimo álbum de estudio: la que gamberrea con encendidos latigazos rockeros y
la que trota acompasada por los sonidos country que suelen salpicar sus discos.
Ambos perfiles confluyen en California, universo descrito en los 18 cortes de
Berkeley to Bakersfield (429 Records, 2014), visual disco temático por el que
discurren calles, locales, lugares, tipos y costumbres de la bahía de San
Francisco y de los parajes interiores del estado norteamericano. Son dos discos
en uno, 70 minutos: lo mejor del grupo de Lowery y Hickman desde el Greenland de
2006.
Los dos bloques no se pelean,
conviven sin empujarse por la virtud del equilibrio que atesoran sus intérpretes.
La banda se divierte con textos animados e historias elocuentes, con guitarras distinguidas
unas veces y agitadas otras. El primer disco navega descarado y aguerrido, caña
que engancha. El segundo transita por espacios abiertos para la contemplación y la nostalgia,
a lomos de un caballo sin perder la guitarra refinada y concluye
maravillosamente con un par de temazos para enmarcar (I’m sorry baby y Where
have those days gone) en uno de los mejores cierres de este año que se va
cansando.
Nota: 8/10
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