Con el oído, la memoria y las sensaciones puestas en los centenares de discos nuevos digeridos este año, me sale un 2013 musical estupendo. Cada gran disco que he disfrutado guarda una o más canciones excelentes, temas que levantan varios metros del suelo o recorren las entrañas instalándose en un estado de éxtasis inmaculado y purificador. En la gloria. Nuestro querido rock and roll, por fortuna, sigue siendo un regalo y un vicio milagroso.
Elijo
este Dear friend para cerrar el año, sobrevolando en un sueño los desfiladeros
del Gran Cañón a lomos de Jonathan Wilson y su crisol de guitarras mágicas.
Feliz año nuevo a todos.
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