El fetichismo, a
su modo singular e irrenunciable, nos hace felices. Cuando veo la imagen de la
portada de un viejo disco de jazz del sello Blue Note me la guardo. Varios discos
reposan en mi salón y me gusta navegar por sus cubiertas mientras la música
avanza. Son esas joyas antiguas (además de alguna otra de otros sellos) las que
atrapo para quedarme con el lenguaje de sus detalles, con las líneas y formas
que envuelven un título o dibujan el nombre de un autor, con los colores
fuertes que empapan todo el recuadro que acoge la fotografía de un músico con
su instrumento en plena actuación o en un momento de sus ensayos.
Detrás de muchas
de esas fotos que tan bien reflejan el ambiente y el espíritu de un disco de Blue
Note, sobre todo entre 1958 y 1969, estaban los diseños y las cámaras de Reid
Miles y Francis Wolff, que además era productor, aunque nombres como Harold Feinstein,
Bill Hughes, Martin Craig o Andy Warhol también brindaron sus ideas, imágenes o
dibujos para crear el universo Blue Note. Unas cuantas para imaginar un poco…
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