El peor
de sus cuatro discos es este. No es que sea el menos bueno, tampoco es que sea malo.
No sé si me explico acertadamente. A Reflektor (Merge, 2013) le ocurre lo que a
las obras construidas con un ansia tal por marcar diferencias, dar que hablar y
alcanzar el terreno de lo trascendente que a la hora de la verdad, cuando llega
el momento de ofrecer y escuchar, el que recibe y atiende se encuentra con que hay
demasiada ambición y abundante empalago, mucha altanería y poca humildad. Será que
es un grupo de demasiadas personas y no se conforma con la moderación. Así me
ha parecido al navegar un par de veces por el nuevo álbum de Arcade Fire.
Sobre todo
es muy largo (trece temas en 75 minutos), buena parte de las canciones se hacen
también inacabables, empezando por su correcto single, su arranque. Hay cuatro
temas realmente buenos (We exist, Natural person, Porno, Afterlife) y lo demás
es histriónico o perezoso, según con qué pie se levantara el grupo el día de
grabar y mezclar el material. Tiene el disco ritmos marcados, un pop que tanto
se baila como se siente tumbado, y un estilo que huye de las comparaciones.
Pero las canciones, salvo ese cuarteto selecto, acaban agotando, se llenan de pistas
de sonido abiertas a un lucimiento nada modesto. Si quisieron dar que hablar,
como creo que pretendieron, por mi parte no tengo más que decir. A otra cosa.
Nota:
5/10
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