Contar el amor, desvelar una
atracción, desnudar las pasiones. Las películas lo han expuesto de
miles de maneras. En las parejas de toda la vida, entre hombres,
entre mujeres, entre hermanos, familias y amigos. La clave de su
poder para vernos reflejados está en traspasar la piel y anidar en
nuestras más profundas emociones, en provocar el estremecimiento. De
eso se trata. La última película que me lo ha transmitido así es
Carol, lujosa, detallista e impecable balada cinematográfica
dirigida por Todd Haynes, ese estilista de lo añejo (Lejos del
cielo) y laberíntico explorador musical (Velvet Goldmine, I'm not
there). Dos actrices extraordinarias (poderosa Cate Blanchett, frágil
Rooney Mara) conducen su enamoramiento a destiempo, entre rancios
convencionalismos y emociones calladas, presas de la amenaza de la
inadaptación. Cómo se miran, cómo se rozan, cómo se aman.
Maravilla.
viernes, febrero 12, 2016
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