Este es un
supergrupo de autores exigentes, creadores rigurosos, cada
uno en su círculo, entregados
al arte íntimo de la composición. Cincoparedes, todo junto. Lienzos
en blanco, folios hambrientos de música y letra. Cinco intérpretes
de A Coruña unidos por una pasión que motoriza sus vidas. Nando
Deibe. Luis Moro. César De Centi. Silvia Penide. Félix Arias. No,
no son nuestros Crosby Stills Nash & Young (y Joni Mitchell,
podríamos añadir), ni lo pretenden. Entre
los cinco suman casi veinte álbumes y muchos años de carrera
musical con sus bandas o con el apoyo cercano de sus guitarras y sus
voces. Ahora juntos acaban de fabricar el primer disco como quinteto,
el reflejo de una emocionante actuación que ofrecieron a comienzos
de este año al cálido cobijo del Teatro Rosalía de su ciudad.
Se sienten
bien, se compenetran con natural
entendimiento.
Hay un vínculo presente pero invisible en las canciones que
interpretan, un estímulo de unión y música compartida que reactiva
temas propios para convertirlos en temas conjuntos con nuevos matices
y
una brisa diferente.
Son músicos agraciados con el detallismo aprendido
del
talento de los maestros que les orientan (los
clásicos y los no tan clásicos, los de siempre y los que les
suceden),
y cada uno aporta voces de fondo, finas cuerdas, delicada percusión,
dos o tres teclas. De
eso se trata.
Cincoparedes,
el álbum, está muy bien tocado. Cada pared ofrece tres canciones,
quince en total. Se degustan como ingredientes de una cena sabrosa y
ligera, con un regusto de melancolía. Pero carece el disco de una
unidad reconocible, el resultado definido de un conjunto de fuerzas
musicales con propia entidad. Contiene canciones demasiados limpias y
algunas demandan un poco más de nervio y autoridad (el abrigo de un
bajo, unas pocas guitarras eléctricas o percusiones más sonoras).
Su música desprende aparente sencillez, esa ilusión que esconde
verdadera complejidad.
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