¿Qué hace que una canción
sea sublime, que destaque por encima de las que ya nos resultan
extraordinarias y nos provoque escalofríos de placer y emoción?
Supongo que además de acompañarnos días, semanas o meses en
nuestra cabeza sin poder darle esquinazo, esa canción nos tiene que
poner la piel de gallina mientras la escuchamos y levantar el ánimo,
nos hace viajar adonde nadie ha llegado y dejar la garganta en un
grito al cielo. Cada año descubrimos nuevas canciones que, al
instante, y a la larga con el tiempo que ha de pasar, son la puta
hostia en letras mayúsculas. Este año, entre I can't think about it
now (Dawes), Leaving the city (Joanna Newsom), Walking on air
(Jonathan Jeremiah) o Preacherman (Melody Gardot), ha sobresalido más
que ninguna Lowly deserter, de Glen Hansard.
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1 comentario:
Gran tema y si le da un aire un poco menos languido al bueno de Glen ... muy Springsteen ...
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