Ahora buscan mareas de likes y
tweets y enlaces compartidos y fiebre retroalimentada, unos detrás
de otros, y análisis absurdos y audiencias corruptas, cerebros
planos y crisis de exigencia delante de la televisión o de una
pantalla de teléfono. Vivir para informarse. O deformarse. Familias
rotas, tragedias traumáticas, sangre empaquetada. Y programas de promesas, camisas blancas o de cuadros, látigo rebelde y vieja casta. Lo contó Peter
Gabriel en su última gran canción, esta del álbum Up de 2002, su
última obra meritoria. Puso el rostro de tiburón el actor
Christopher MacDonald. Lo tradujo en imágenes bizarras y enfermizas
Sean Penn. Colgé este tema hace más de ocho años. Lo he recordado.
Aún se puede rescatar y actualizar.
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