Parece que fue hace más
tiempo, mucho más tiempo, cuando aquel compañero en la residencia
de estudiantes me recomendó a un tal Ben Harper. Escucha este álbum,
me dijo, Fight for your mind (1995). Lo conseguí grabado en cinta y
lo escuché con el mismo cuidado con el que el disco parece grabado,
con una modestia callada y una fina brillantez entrevista en
canciones que dejan rastro (Another lonely day, Excuse me Mr. Give a
man a home). ¿Aquello qué era? Sonaba embriagador el bajo,
hechizante una guitarra weissenborn y tranquilizadora la voz de
Harper, por entonces sin armar al completo a sus Innocent Criminals.
Pasados los años y los discos (y algún glorioso directo para no
olvidar), Ben Harper nos ha brindado obras magistrales, grandeza
musical a raudales.
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