Derek contiene
humor zafio y dolor desnudo, real, sin trampas… personajes de un patetismo que
da nauseas y de una bondad tan grande que nada la puede agotar… escenas mortalmente
duras y escenas tiernamente hermosas. Con la serie Derek (2012) ríes y lloras,
pero te marchas jodido a la cama. Mezclar todo eso, esos contrastes tan
auténticos que la vida nos depara en cada capítulo, de manera natural como
ocurre en Derek, con la simpleza de sus argumentos y la acidez de su crítica, me
parece un prodigio. Sí, Ricky Gervais es un GENIO, un GENIO ABSOLUTO.
Derek, el propio
Gervais, es un retardado que trabaja en un modesto asilo de ancianos, que
avanza a pasitos, encorvado y con el flequillo rozándole la vista. Sus amigos
son un salido asqueroso que se pasa el día agarrado a una lata de cerveza y
moviendo la pelvis, un chapuzas agobiado por todo con un peinado imposible y sobre
todo Hannah, la entregada, paciente y angelical encargada del asilo. Derek
ayuda a los ancianos a pasar felices sus últimos días, se cuestiona los dilemas
más absurdos, mete la pata constantemente, se hunde cuando alguien se muere y
tiene un corazón inmenso.
Derek
enseña la grandeza de la vida cuando esta se apaga por el valor que tiene
cuando está encendida. Muestra el valor del compañerismo y la pureza de la
inocencia. The Office y Extras fueron delicias descacharrantes. Life’s too short
fue un latigazo picante. Derek, embarazosa, brutal y encantadora, es la obra
maestra de Ricky Gervais.
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