Ay, dios, cuánta nostalgia me ha invadido en un minuto.
Este post rescata una canción de mi adolescencia. De haberlo sabido antes, habría ido hoy a un concierto que recuperaría la misma canción para otro apartado de este blog, el de las sacudidas instantáneas.
Me envían una foto, la manda otro buen melómano con el que he coincidido en conciertos. Veo a un deportista retirado de mi ciudad tocando la guitarra junto a Kevin Weatherill y su banda en una sala. Son los Immaculate Fools.
Ah, aquel día en el que descubrí a este grupo en la tele, en los 80. Después compré sus dos primeros vinilos, que aquí siguen. Y más tarde fui a verlos actuar en un gran recinto.
No parecían una banda para triunfar ni para acumular muchos seguidores. Tenían la familiaridad de los músicos del barrio que empiezan a ser conocidos y no sabes cuán lejos llegarán, quizá se estrellen pronto o se evaporen poco después.
Pero había algo de melancolía en su música. O será que ahora la siento, tanto tiempo después, cuando Kevin, que se quedó a vivir en mi tierra, ha vuelto a dar un concierto en la ciudad, que me he perdido.
Parecían tan seguros de sí mismos que dieron su nombre al título de una canción, con la que proclamar con voz en grito que somos unos locos inmaculados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario