De los grupos que en
vivo te dejan con la boca abierta esperas que también
para los discos guarden energías para
asombrarte. Pues Wilco parece amodorrado y distante, con un autosuficiente piloto
automático y sin muchas ganas de crear
canciones o trabajos memorables a su paso por el estudio. En algo más
de un año y entre una larga gira de conciertos
por USA y Europa la banda ha publicado dos discretos álbumes:
el feo Star Wars (2015) y el poco sabroso Schmilco (Anti-, 2016). Y claro, si
en junio pasado a uno le revolvieron de satisfacción
en el asiento de un palacio para la música,
le decepciona ahora que en su nuevo álbum,
otra obra menor de apenas 35 minutos, se muestren tan planos y apagados. Con inclinación
esta vez por lo acústico, el nuevo trabajo,
aunque con algunas piezas destacables (If I ever was a child, Cry all day) y un
cosquilleo sugerente que provocan las guitarras ambientales de Nels Cline y los
juegos de percusión de Glenn Kotche, deja
con ganas de mucho más.
Nota: 5/10
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