Son un bálsamo frente a la
crisis de estímulos, un remolino por el que dejarse tragar
para volver a salir a flote cuando la música se resiste a
despejarse. Se siente uno nuevo y limpio después de escuchar una de
esas perlas sin fecha ni tiempo de Van Morrison. Me refiero a
canciones largas en las que el león ruge o gime en una esfera
improbable de azarosa intimidad, voces que flotan e instrumentos que
se distraen para componer una atmósfera disuelta. Cuesta creer que
el tipo sea tan fiero, tan desapegado de quienes le admiran, tan
antipático. Entraría en su vida, rastrearía sus rincones callados
y me embadurnaría de su descuidada genialidad.
A
veces vuelvo a purificarme con canciones que no parecen acabar como
Madame George, Listen to the lion, TB Sheets, Astral weeks, I'll be your lover too, Almost Independence day, Streets of
Arklow, Country fair, Burning ground, Summertime in England, Rave on
John Donne, Have I told you lately, Dweller on the treshold… y
digo: cuántas gracias Van.
No hay comentarios:
Publicar un comentario