Su cine es nuestro espejo: descubre
cómo somos, me confiesa cómo soy. Revela el rostro más hermoso de nuestras dignidades
y descubre el lado más miserable de nuestras flaquezas. Con humor grueso o
fino, con maldad justificable o sin escrúpulos. La vida, entre rutinas e
imprevistos, nos reserva placeres recurrentes, como las películas de Woody
Allen. Una vez mejor, una vez peor. Doy gracias (no sé a quién si no a él
mismo) por que todos los años veamos una más.
Irrational man, con Joaquin
Phoenix y Emma Stone, es la de 2015. Se detiene en el hartazgo existencial, la
fascinación por lo exótico cuando irrumpe en las vidas programadas, las
mentiras caprichosas de la filosofía y los límites perversos de la moralidad. En
esa papilla argumental cabe el engaño y el asesinato. Por eso el film es una
intriga cínica y un relato duro y crudo sobre el egoísmo despiadado del hombre.
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