martes, noviembre 11, 2014

SOUNDTRACK 158: UN BODRIO CON ELVIS


Me dio por ver una película con Elvis Presley, una de las más conocidas de la treintena de films que rodó el Rey entre 1956 y 1969. Muy pocas merecen la pena, la mayoría son muy malas. Cita en Las Vegas, o Viva Las Vegas, según su título original y la animosa canción, es una de las malas. Y ridícula, estúpida.

Con el rock and roll prácticamente en pañales y la eclosión social y cultural de esta música y su efecto en la juventud al rojo vivo, Elvis (cantante, showman y fenómeno popular al margen) era sobre todo un suculento producto comercial y para venderlo había que explotarlo al máximo. El coronel Parker utilizó el potencial de la estrella del rock que representaba y lo convirtió además en una figura de cine. Actor es un término que le queda demasiado grande.

Vista en su día, Viva en Las Vegas (George Sidney, 1964) tendría su gracia, lo imagino. Los fans de Elvis la disfrutarán aún con una sonrisa perdonando sus defectos y defendiendo su encanto. Vista hoy, es una película mala de verdad.

Elvis es un mecánico muy chulo que nunca se ensucia ni se despeina ni se desmaquilla, además de un piloto de coches que sabe surfear de maravilla, manejar un helicóptero como si nada y cantar. Canta cuando le apetece, allá donde hay una banda que clava los temas que él interpreta o donde por arte de magia aparecen de la nada una guitarra o un piano para cantarle una canción a una jovencita que le hace tilín, una estupenda Anne Margret. Como quiere conseguir un motor especial para ganar una carrera cree que ganando un concurso de canción (qué casualidad) podrá pagarlo. Su tema (Viva Las Vegas) empata con el de la chica (otra casualidad) y el desempate lo decide la intensidad de los aplausos del público. Al final gana pero no obtiene el dinero, que en un giro incomprensible de argumento se lo financia el padre de la chica. Lo monta en el coche en tiempo récord y llega a punto para correr. Arranca el último en línea de salida y, cómo no, gana. Cruza la meta, cortinilla secuencial, y lo vemos casado con la chiquilla, a la que antes solo le ha dado inocentes besitos. Ah, ingenuo cine.

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