La música
perfecta, mejor compartirla. Cuentas que este hombre es tan grande, que está
tan gordo, que tiene que cantar sentado, con un traje impecable puesto mientras
un ayudante le seca con una toalla el sudor de la cara entre tema y tema. Cuentas
que fue padre de 21 hijos y que nos dejó hace poco, poco antes de dar un
concierto. Que sus últimos trabajos fueron estupendos. Que se llamaba (que se
llama) Solomon Burke, el rey Solomon. Y ves que las canciones animan a mover
los hombros sin despegar las manos del volante, a chasquear los dedos, a
dejarse mecer con la vista apagada. A recrearte en la belleza. A sentir que la
carretera que hay delante y el camino que queda atrás es lo más parecido a la
libertad. Esta es una canción perfecta.
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