Me intriga saber qué
respuesta va a dar la crítica al segundo trabajo de Michael
Kiwanuka. Su debut, Home again (2012) tuvo una acogida muy buena. El
joven londinense de origen ugandés fue bien recibido por su sedosa
conjunción de soul y folk finamente arreglados. Buen disco era
aquel, algo falto de chispa quizá. Lo cubría una atmósfera retro
que hacía recordar a voces como la de Terry Callier. Tras un
inquietante silencio Kiwanuka reaparece con Love & hate
(Interscope, 2016) y con un semblante bastante más ambicioso que
hace cuatro años: un arranque de diez minutos en los que tarda cinco
en empezar a cantar, orquestación, guitarras y voces que reverberan,
coros repetitivos, letras elocuentes. El nuevo álbum mantiene el
apego al pasado de su antecesor y combina estilos con bastante
destreza. Pero esta vez el pero es lo mucho que se nota el peso de la
producción, que hace desaparecer la espontaneidad de la anterior
obra. El muy solicitado Danger Mouse aparece en los créditos como
uno de los tres ingenieros de sonido. Es otro buen disco, con
momentos deslumbrantes y canciones más completas, y sí tiene
nervio.
Nota: 8/10
1 comentario:
pues a mi me ha gustado mucho ...
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