Haceos
con la forma de ver esta película (yomvi la tiene en su oferta de
cine, por ejemplo). Lo pasaréis bien, de verdad. No se trata de una
gran obra que vaya a crear escuela o
crear diferencias ni
a asombrar al público y a la crítica por traer ideas nuevas, pero
sí es un divertimento bien trabajado y entrañable: cuatro amigos
unidos por la música y todo lo que trae la vida que merezca la pena,
como el amor. Cuando niños, una lluvia de vinilos les cayó encima
desde la ventana de un piso, los recogieron del suelo, los llevaron a
casa, los pincharon y los disfrutaron. Desde entonces la música les
acompaña de diferentes maneras.
Facundo
es un compositor frustrado a punto de casarse que crea
optimistas letras y melodías, sin mucho éxito, para
su negocio funerario. Marcelo lidera una banda tributo a los Beatles
que tiene el doble de vida que los Beatles pero que nunca gana en los
concursos de bandas de tributo. Luciano es un pinchadiscos
radiofónico obsesionado con una cantante estúpida que lo aborrece.
Y Damián, abandonado por Ana, es un guionista sin fortuna ni fama
que trata de vender un guión al mismísimo Leonardo Sbaraglia
mientras huye de Vera, una tenaz vendedora de cosméticos.
Días
de vinilo es la película: argentina, dirigida en 2012 por Gabriel
Nesci, con la música y las canciones de una vida como hilos de
conducción en el paso de los jóvenes personajes a una nueva etapa
de su madurez. Ya digo: no es perfecta, hay algunas situaciones
forzadas y absurdas, pero engancha y te ríes, y la frescura de
ciertas situaciones cómicas y el aire nostálgico con el que el
guión resalta la amistad y sus nudos, la convierten en una deliciosa
comedia.
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