Algo
queda de The Black Crowes tras su disolución además de en nuestra
memoria. En el nuevo álbum de Rich Robinson, por ejemplo, lo más
parecido a la esencia de los cuervos después de la triste (aunque no
inesperada) separación. Lo más parecido, digo, pero no lo mismo.
Supongo que hace falta que Rich y Chris estén juntos, y que a sus
espaldas baquetee Steve Gorman y a ambos les acompañe un guitarrista
de raza o solvencia como Luther Dickinson o Jackie Greene. Y eso,
parece que no va a ser. El caso es que Flux (Universal, 2016) evoca a
los Crowes con la resistencia a apagarse del rock sudoroso del sur en
la que aún se empeña uno de los Robinson, el más callado, mientras
Chris aún sigue distanciado en sus densidades psicodélicas. A Rich
le secundan en Flux músicos con los que hace dos años había
grabado el muy correcto The ceaseless sight. El nuevo trabajo, a
veces sin poder caer en cierta tendencia a 'atmosferizar' los temas,
merece idéntica aceptación, con el extra de que ahora su autor
parece añorar más que nunca las sesiones con su banda de siempre.
Nota:
7,5/10
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