El descanso de unos pocos días me ha dejado echarle la mandíbula con detenimiento a discos que merecen atención y cierto reposo, más de una escucha para descubrir hallazgos y virtudes sutilmente encubiertas. Las tiene Sing into my mouth (Black Crickett, 2015), colaboración entre un genio de la altura de Iron and Wine/Sam Beam, quien apuesto a que nunca dejará de entusiasmarme, y Ben Bridwell, miembro fundador de Band of Horses. La unión crea un trabajo que navega equilibradamente entre la bruma climática de Iron and Wine y la nostalgia fugitiva de Band of Horses.
Apuestan por
versiones poco convencionales, alejadas algunas de los terrenos por los que los
autores caminan (Sade, Spiritualized, Talking Heads, El Perro del Mar) y llevadas
todas a su propio entorno musical. Llora la steel guitar de Paul Niehaus (Calexico)
en la banda y las voces de Beam y Bridwell, arropadas por texturas tan
elegantes como retorcidas, se confunden a veces para conferir de una sólida fortaleza
al experimento. Algún tema sigue sin entrarme, pero otros (Bullet proof soul, Magnolia,
No way out of here) me pirran.
Nota: 8/10
1 comentario:
Buena pinta si señor ... a por el vamos
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