Me los imagino: bajo el sol penetrante de Los Angeles en
una casa de las colinas protegida por la vegetación donde ensayan sus discos, con
vistas a una nube polvorienta de polución, el desierto a sus espaldas, y liberando
canciones sin fronteras, con hierba en abundancia para envolver las sesiones.
Hay algo, o mucho, de Grateful Dead en Chris
Robinson Brotherhood. La soltura improvisada de sus largas y densas canciones,
el sentimiento de unión y comunión musical, y algunos nombres propios que se
han acercado a su entorno y sus conciertos (Phil Lesh, Bob Weir, Betty
Cantor-Jackson). La hermandad empezó a respirar paralela a los últimos latidos
de los Black Crowes. Chris se había apartado bastante, parecía sentirse más animado
y menos perezoso junto a otros músicos, con Neal Casal, Mark Dutton, George
Sluppick y el también ‘cuervo’ Adam MacDougall.
Tienen tres discos de estudio y ya han grabado varios
conciertos en San Francisco (hogar de los Dead), de los que se han
comercializado hasta el momento dos vinilos. Blues-rock brumoso y psicodelia cristalina.
Me escapo a ellos para acariciar sensaciones de independencia con el reloj
paralizado. Cansan pero limpian.
1 comentario:
la bandita tira de espaldas pero debo decir que me aburre un poco .... Neal Casal ese artista tan desaprovechado!!!!
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