Pocas veces la imagen de un disco encaja tan bien con su título y con lo que la música que contiene evoca. Fíjate bien. Se pone el sol, casi dormido, sobre las luces lejanas que laten moribundas en una ciudad fantasma, un lugar en el medio de la nada. Allá llega un alma solitaria, apenas hay distracciones en el pueblo, donde las gentes se recogen, un par de bares guardan a tristes bebedores y la desocupación y el silencio gobiernan el ambiente. Pronto quien pone los pies ahí volverá a colgarse la maleta y una guitarra y vagabundeará a otra parte. Postales como esta fotografía Eilen Jewell en su último disco, Sundown over ghost town (Signature, 2015).
Suena flaco
y frágil este álbum, pero también sutil y estilizado, de una finura esbelta. Al
compararlo con los anteriores Queen of the minor key y Sea of tears diría que
es más plano, pero aislado de contrastes y flotando en atmósferas de exquisito
country de texturas nocturnas masajea a lo largo de la epidermis con brillantes
canciones, desde las sosegadas Worried minds y Some things weren’t meant to be a
las más espabiladas Rio Grande y Pages. Eilen Jewell y su trío de músicos
habituales mantienen encendida la llama del enamoramiento.
Nota:
8,5/10
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