Aunque no han abandonado las giras, llevan media década The Black Crowes sin grabar material nuevo. Sus creadores, se celebra, no dejan de trabajar. Chris Robinson, además de dos decentes obras en solitarios algo más lejanas, se ha juntado en los últimos tres años con su nueva hermandad, acercándose en tres álbumes a terrenos entre pantanosos y psicodélicos con resultados placenteros. Rich Robinson acaba de publicar su tercer álbum en diez años, un trabajo más fiel al repertorio y al clima de los Crowes. The ceaseless sight (The End) lleva fecha de este año. Es directo, sin titubeos, stoniano a ráfagas y más sureño en otros momentos. Trabajo serio y robusto, que una vez masticado se convierte en otro motivo más para reclamar a los Robinson que recluten de nuevo a Gorman, Pipien y demás para hacer volar a los cuervos como dios manda.
Nota:
7/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario