Dos naranjas en zumo
y una tostada con mermelada de fresa para desayunar. Se levantó temprano, debía
ir al banco primero a revisar sus cuentas y a ordenar una transferencia y tenía
cita a las diez en el médico para mirarse una verruga en el cogote que nota cada
vez más grande y le molesta al peinarse. Pasó a recoger a su pareja y fueron a
comprar productos de jardinería a una tienda del centro comercial, a las
afueras. Se probaron ropa para el verano y escogieron unas pocas prendas. Leyeron
los periódicos. Le distrajeron varias llamadas telefónicas. Respondió a un
breve cuestionario que le envió una revista nacional. De vuelta a la ciudad
fueron a buscar a su hija al colegio. Los tres pasearon por el parque con el
perro. Por la tarde fue al estudio a revisar las tomas grabadas de la semana
anterior. No le convence el material y debe hablar con el productor. Le fue a
visitar su agente para hablarle de las fechas de una gira que iniciará a
finales del próximo mes, cuando el disco esté ya en el mercado. Un tour por el
país en carretera, ciudades pequeñas, locales pequeños. La banda, con la que ha
grabado casi al completo, pero habrá que contratar a otro bajista porque el de
esta grabación tiene comprometido su bajo con otros músicos hasta final de año.
Se pasa por el negocio de camisetas serigrafiadas del que es dueño, revisará
albaranes, hará pedidos. Regresa a casa con tiempo para darle las buenas noches
a la niña. Cena con su pareja, ven la tele juntos un rato, se sientan a seguir
completando un puzzle, les relaja. Una docena de páginas de una novela
histórica antes de apagar la luz. Otro día.
Imaginemos un
día en la vida de un rockero, uno de esos que tanto admiramos, de los que seguimos
su carrera y nos conocemos sus grabaciones, giras, aventuras y travesuras, y
vamos a sus conciertos cuando nos quedan a mano. No se llama Elvis ni Mick ni
Keith ni Bruce, sino John, Tom, Sam, Chris, Bill o Nick. Un rockero como tantos
otros, como tantos de nosotros.
2 comentarios:
Bueno, ni toco ni giro, pero puedo entender que eso debe estar cerca de lo normal sino te llamas Keith o Mick y has llegado a cierto punto de madurez en tu vida ....
Yo tampoco giro ni toco, en poco me parezco a quien describo. Solo he imaginado que me metía en el pellejo de un rockero cualquiera al que, como los Mick y Keith, no deberíamos mitificar tanto. En el fondo todos somos tipos como los demás... Saludos
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