Eef Barzelay me conmueve. En la delicada manera de navegar por sus canciones y penetrar en las letras y las historias se distingue la virtud loable y auténtica de un músico que interpreta con letras mayúsculas. Hay una nostalgia suspendida que protege la superficie de la música de Clem Snide, que la hace íntima. Se encuentra también en las canciones de Songs for Mary (2013), una extraña propuesta surgida de la recopilación de canciones personalizadas que pidió el músico a sus fans para que él luego las interpretase. Le llegaron 150 y escogió 10, editadas en un álbum sin sello que parece más de su cosecha en solitario que del grupo. El resultado es irregular, aunque elogiable. Se acerca a un compendio de temas y argumentos herméticos, confesionales, tristes, pero que esconden una belleza crepuscular sencilla de matizar.
En Eef
advierto además, y me entusiasma, una íntima expresividad en el sonido de las
guitarras que acompañan a las letras, la habilidad para dar con la nota, el sonido
y el lamento precisos que requiere cada palabra. Ocurre en este último trabajo,
inferior a los anteriores pero de todos modos recomendable.
Nota: 6/10
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