miércoles, diciembre 26, 2018

QUERER MAL

Entre los nombres del año, las personas o personajes que más han dado que hablar en 2018, estará el suyo. El poder del marketing, la fuerza de imágenes y sonidos que crean y explotan un producto de consumo instantáneo. De eso se trata. El eco está ya formado, ahora que dure, que dé aún más que hablar, que venda mallas o lápiz de labios, quizá un bizcocho, que aparezca en las revistas y los programas, en unas cuantas galas, que todo el mundo crea saber quién es ella. Adhesión, indiferencia o hartazgo dirán cuán efímera o permanente es su huella en el universo de la moda y la fama contemporáneas.

Tarde y con mínima curiosidad, pero con atención, escucho El mal querer, de Rosalía. Quiero tener una impresión para no precipitarme a condenarlo o a incluirlo entre las obras magnas. Carezco de referentes para enjuiciarlo del mismo modo en que me siento más capacitado para valorar discos de pop y de rock, así que no me atrevo a ser categórico, aunque estoy seguro de que, según me cuadre, lo pisotearía o arrojaría por la ventana. No solo mi poco aprecio por el flamenco me aparta de este disco, su maridaje con el pop y la electrónica me escuece. Canta la chica, pero ¿sabe cantar? (no la he visto interpretar, cierto, cuando afloran talentos naturales y la música enseña su alma) ¿En realidad importa?

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