Nombres sagrados con las ropas cubiertas de polvo, divinidades ante las que ya no tiene sentido arrodillarse. Todavía creadores (no está mal dejar esfuerzo en la tarea de cultivar la expresión musical), pero qué poco lucen tan cansados. ¿Puede acogerse hoy con entusiasmo el último trabajo de Elton John, por ejemplo? ¿O de Eric Clapton? ¿O de Paul Simon? Tres casos septuagenarios, este año. Cojamos a Clapton. Démosle casi una hora de nuestro tiempo para entrar en I still do (2016), un disco más, otra colección anodina de música, y comprobar que quizá no hay ahora un tipo tan insustancial, tan pesado como él.
Me gustó
Clapton casi siempre. Conservo el vinilo doble de Just one night (1980) como
una valiosa propiedad. Álbumes de los setenta (No reason to cry, Slowhand) son
estupendos. Pero, ¿cuál fue su último gran trabajo? Me cuesta aplaudir desde aquellos
duetos con BB King en 2000 o con JJ Cale en 2006. Y Eric se empeña en trabajar
mucho, en reunirse con amigos o recordarlos, en bucear en el pasado agreste del
blues y revestirlo con su ya insípida guitarra. I still do tiene más de eso, de
nuevo apagado, funcionarial y sin alma.
2 comentarios:
Ni siquiera lo he escuchado pero creo cada palabra que dices. Clapton fue un idolo para mi ... hasta el dia que le vi en directo en el Albert Hall. Lo mas parecido a un oficinista con guitarra que he visto nunca.
Así de triste
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