Supe de su nombre por Nick Hornby, que lo incluyó en su ejercicio de melomanía íntima 31 canciones. Pero me desentendí enseguida, no tuve la curiosidad de descubrir qué había detrás del nombre y la canción. Supe de su voz y su música porque María escuchó el tema que para el escritor inglés es tan especial durante la lectura de su libro. “¿Sabes quién canta?”, me preguntó. “Ni idea”. Un tal O. V. Wright, la O de Overton, la V de Vertis. Ni remotamente familiar me sonaba. “Pero qué bueno”, dije.
Busquemos
entonces: uno de esos hombres del soul pertenecientes a divisiones menores
aunque con algunas creaciones de primera categoría. That’s how strong my love
is, por ejemplo. No es que cante de locura el tipo, a veces le sale un falsete
algo femenino, y según qué piezas, parece que ha perdido los dientes y empapa
el micro de saliva mientras canta. Pero tiene gancho, y fuerza, y ese gen irresistiblemente
sensual con el que la naturaleza bendice a unos cuantos ‘soul men’ negros.
Wright no grabó mucho, tuvo problemas con la ley y las drogas y murió en 1980 a
los 41 años.
María escuchaba
cada canción escogida por Hornby mientras leía las líneas que le dedicaba. Al llegar a Let’s
straighten it out, de O. V. Wright, subió el volumen. Qué pasada. Escuchadlo. Me acerqué a
darle un beso mientras la saliva del tipo no dejaba de saltar. Por eso, y por
tantas cosas, la quiero tanto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario