Me recreo relajado en las páginas
de The mayor of MacDougal Street. Aún no he llegado al final de los recuerdos
de Dave van Ronk, ese músico y musicólogo del Greenwich Village que a tantos bardos
vio llegar y triunfar o pasar de largo por sus calles y cafés. Me lo estoy
pasando bien y recomiendo su lectura (por ahora creo que no hay una edición
traducida al castellano) porque Dave no sienta cátedra, sino que describe con rigor
musical, anécdotas y buen humor el ambiente folkie de New York (y también de
California) en los años 50 y 60, el entorno político, los auténticos y los
falsos ‘beatniks’… y se entretiene en las peculiaridades de unos cuantos personajes.
No era maestro de nadie, él bebía
de aquí y de allá, le encantaba el folclore, la raíz musical de una cultura,
por eso uno lo escucha y a veces no sabe muy bien si canta blues o folk o toca
jazz o ragtime. Era un buen colega de todos, un digno camarada, por eso siempre
se respetó su verbo hasta su muerte hace una década. Grabó sus discos, sobre
todo hasta los años 70, y hay por ahí unas cuantas colecciones, grabaciones en
vivo y alguna reedición reciente.
Escuché a Van Ronk bastante
antes de Inside Llewyn Davis, aunque poco, un par de gotas. Ahora, leyendo,
compruebo que en la memoria de Van Ronk se hallan no pocos detalles del guión que
los hermanos Coen convirtieron en su entrañable última película: los viajes en
la carretera, las noches en los sofás de los pisos de los colegas, las
audiciones ante productores, las sesiones musicales en los bares…
La lectura me lleva a la
música, ambas se entienden bien. Por eso escucho estos días el álbum Folksinger (1963).
Caramba, este Dave es también un portento de alcance. Su voz ronca, más de
negro que de blanco, y su entregada y a la vez espontánea interpretación constatan
su versatilidad estilística aunque en este disco se lo escuche solo a él y a su
guitarra. Sientes que estás en el Gaslight Café, por ejemplo, con el público en
silencio y el humo flotando entre las cuerdas y la voz que escapa de la
garganta.
Sí, es solo eso, una voz, una
guitarra. Sencillo, bien hecho. Hay mucha otra gran música también, cada vez menos,
y no puedes evitar lamentar cuánta mierda de música se hace hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario