Aunque te defrauden alguna vez, las/los mejores en el fondo nunca fallan. Los años te dicen estas verdades. Ahí están para volver siempre a ellas/ellos y que te despejen la cabeza o te dejen con la boca abierta y el corazón temblando, para que navegues en el mismo barco. Ani es de las mejores. Y eso no lo proclama solo el cariño que le tengo, lo apoya la firmeza de una trayectoria independiente y arriesgada, con altibajos pero coherente, y sobre todo lo mucho que he disfrutado de parte de sus discos y otra mayor parte de sus canciones (y tiene para hacer una larga caravana), además de la energía y convicción con la que esta mujer se deja las tripas en su música.
Al grano.
En 2005 firmó su último gran álbum, Knuckle down, un trabajo con el que,
haciendo honor al título, se puso las pilas, se puso seria. Venía de encadenar
discos erráticos (Educated guess), discretos (Revelling:Reckoning) o correctos
(Evolve). Entonces se dejó poner en manos de un productor ajeno, Joe Henry, que
extrajo del ardor íntimo de su música un clima más temperamental y unas texturas
más brumosas, ropa de abrigo con forraje de terciopelo. Así salieron cortes
magníficos como Studying stones, Manhole, Lag time o Recoil. Desde Knuckle
down, Ani DiFranco ha entregado trabajos que están bien, pero ninguno tan redondo
como este.
1 comentario:
Qué grande post. Para mí, me arriesgaría a decir que es el álbum que más me gusta de Ani y estoy de acuerdo en que es el último gran disco de ella.
A "Recoil", que cierra el disco, le tengo una muy especial debilidad. Las otras que citas son magníficas. A ellas sumaría "Modulation", y mi segunda debilidad del disco; "Sunday morning"...preciosa canción y preciosa letra...
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