La experiencia y la intuición me orientan muchas más veces de las que me confunden al tratarme con la música. Discos que de entrada me resbalan, se levantan imponentes al darles la segunda oportunidad. También ocurre que discos que ya entran torcidos no toleran una escucha siguiente para enderezarse. Con el último trabajo de Damien Jurado, que ha estado actuando en España estas semanas y mereciendo los beneplácitos de la prensa, me ha pasado que después de cuatro pinchazos no acabo de encontrarle el gusto. Y eso que el tipo me gusta, que tengo varios discos anteriores. Así que esta vez ahí se queda, con el 4 del suspenso.
Porque
Brothers and sisters of the eternal son (Secretly canadian, 2014), además de
ser una continuación temática del más acertado Maraqopa de hace dos años, se
cubre de una capa musical de pesadas atmósferas psicodélicas que lo hacen espeso
y artificial en su conjunto. Son ropajes de un colorido redundante que lo afean
y que hacen añorar a un artista (como se apreciaba antes) más apegado al instrumento
en carne y hueso que a los vaivenes del ambiente.
Nota:
4/10
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