"Los artistas a los que admiramos no son necesariamente seres humanos ejemplares por ser excepcionales en su campo. Su arte es un trabajo ofrecido para consumo público, nada más".
Aplíquese al chico a cuyo brazo ella se agarra. Lo escribe la chica, una vez y para siempre retratada en la portada de un disco, el que a él lo elevó al umbral del éxito para convertirlo en otra persona, en un faro, en un mito, un "agujero negro", una entidad inabarcable. Ella, la chica que a él se abraza, se apartó a tiempo para ser libre. Vivió aquel 'freewheelin' time' para contarlo. Él aún vive su propia libertad.
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