Si fuera músico, mi instrumento sería la guitarra. Pero no soy músico y no sé tocar ningún instrumento. Sobre la guitarra hablan, se emocionan, desnudan y masturban Jimmy Page, Jack White y The Edge en el documental It might get loud, filmado en 2008 por Davis Guggenheim. A todo volumen, podemos traducirlo. El trabajo, de acabado técnico y ambientación impecables, envuelve intenciones puras y persigue testimonios íntimos, aunque son transmitidos con un distanciamiento que no puede desprenderse de cierta frialdad. Pero merece verse, colegas de pasión.
Se trata al fin
y al cabo de contar cómo un músico se enamoró de la guitarra, de cómo la mima,
cómo evoluciona y experimenta y hasta dónde puede llegar con ella y con los
sonidos que extrae de su cuerpo. Se trata también de regresar a aquella música
que un día, hace tiempo, cambió la vida de los guitarristas, de estos tres en
particular. Lo hacen abiertamente. Sean o no santos de nuestra devoción (White,
desde luego no), aprecias la nostalgia sincera de sus confesiones: Edge regresa
al colegio de Dublín donde germinó U2, White escarba en las esencias añejas del
blues que adaptó a su agresivo estilo y Page sobrevuela los grupos por los que
pasó desde que era un chaval hasta que se erigió en maestro.
Uno acaba de ver
el documental y se le crece el cuerpo de ganas de acariciar una guitarra, enchufarla
y romper cristales con solo rasgar las cuerdas.
1 comentario:
Pues le daremos una vuealta ...
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