En mi ciudad, su estadio de fútbol, en el que caben más de 35.000 espectadores, solo ha acogido dos conciertos de música en los últimos 30 años; en realidad fueron un macroconcierto de tres días plagado de estrellas (Chuck Berry, Wilson Picket, Robert Plant, Neil Young, por escoger cuatro) y un festival de dos días con artistas de otro perfil (Ozuna, Lola Índigo, Maluma, Xoel López, otros cuatro) tres décadas después. Es muy probable que nadie que fuera al primer espectáculo pagara por ir al segundo, y más posible que sus hijos o nietos estuvieran entre el público sin haber escuchado nada en su vida de quienes fueron a ver sus padres o abuelos.
Ahora el Ayuntamiento ha decidido reabrir el estadio para un nuevo concierto, tan próximo como el verano que viene, un anuncio que no le hecho ninguna gracia al usuario del campo, un equipo de fútbol que, si se aplica, hasta podría aspirar a ascender de categoría en las mismas fechas haciendo uso de su estadio. Uno podría preguntarse: ¿otro macroconcierto?, ¿nuevo cartel de pop, rumba, hip hop, latino, electrónica y rock?, ¿un artista o grupo de máxima categoría capaz de juntar a 35.000 personas en un estadio?
Pues no, la reapertura histórica del recinto para un concierto servirá para que Manolo y Quimi prosigan su gira de reaparición. Alguno soñaba con que Liam y Noel reventaran las gradas y el terreno, pero no, no se hagan ilusiones. Yo escuché la música de El Último de la Fila en sus discos y a Manolo lo vi en directo con agrado. Me gustaron en su momento. Pero ¿de verdad un estadio de esta capacidad se va a llenar con este programa? Que lo disfruten quienes vayan, desde luego. Y dense prisa, puede que 35.000 personas agoten las entradas en menos de dos horas cuando salgan a la venta.