domingo, octubre 17, 2021

BONUS TRACK 249: IF I COULD ONLY REMEMBER MY NAME (DAVID CROSBY)


Pocos se acuerdan quizá de aquel primer disco de David Crosby, que cumple medio siglo. En pocos álbumes más se juntó tanto lujo musical: la aristocracia de los sonidos de Los Angeles y San Francisco cuando las flores y los hippies habían marchitado ya su inocencia. En pocos discos se consumió tanta coca como en este. Allí estaban casi al completo Jefferson Airplane y Grateful Dead, tres de las cuatro esquinas de CSN&Y, y Joni Mitchell para ayudar al bufón Crosby a expulsar sus fantasmas. Henry Diltz y Gary Burden diseñando la cubierta crepuscular, el sol distante y gastado sobre el mar superpuesto con el primer plano arenoso del medio rostro de David el tocapelotas, el autodestructivo, tratando de recordar su nombre.

Crosby tardó 18 años en volver a grabar en solitario (sí lo hizo con Graham Nash, con quien mejor se entendió del cuarteto mágico) y en los últimos siete años ha registrado cinco trabajos. Cada pieza tiene destellos sueltos de voz, instrumentos y composición, pero nada es perdurable, queda un difuso recuerdo blando. Nada alcanzó después la excelencia de aquel If I could only remember my name (1971), con su autor hundido tras la muerte de su pareja y en el trampolín del que se arrojaría al pozo de las drogas más duras. Es uno de esos álbumes irrepetibles de los que emana el olor de una época que se consume, en el que los temas parecen fluir improvisados sobre tarareos que derivan en agónicos lamentos o frases liberadoras. No sabes distinguir si lo que escuchas es triste o eufórico, si lleva a la depresión o exalta la belleza. Una obra fundamental, que se deshace en el horizonte fundida con el sol que invita al anochecer.

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