Al terminar de ver Miss Americana, un interesante documental en la línea 'detrás de...' que se esfuerza por mostrar a Taylor Swift como una esmerada compositora entregada a la creación musical entre las rutinas que le reserva la fama mundial (giras, moda, éxitos, acosos mediáticos, influencia...), no puedo negar que he ganado alguna simpatía por la popular cantante. El film deja que la autocomplacencia no se pelee con la honestidad, que la gloria se combine con la angustia. Al humanizar a su estrella intocable, quiere hacernos partícipes de lo que más la encumbra y de lo que más esconde a su público. Pero este cálido retrato seguía manteniéndome a fría distancia de una figura que poco me había interesado, ni como promesa del country rock comercial ni como inteligente reina del pop de masas. Alto, que aparece folklore (2020), el octavo álbum de una veloz carrera que me desvela ahora a Taylor Swift como alguien a quien respetar más.
Para empezar, el disco, concebido y grabado en semanas de cuarentena, se dio a conocer sin la promoción grandilocuente de sus anteriores obras: en silencio, de un día para otro, sin adelanto alguno. Si no te esperabas que despachase otro álbum para colmar la sed de sus legiones de fans, tampoco te esperabas que Taylor te sentase en el salón para abrigarte con sus nuevas canciones, sin purpurina ni látex, con lana limpia y soplos de nostalgia. No es un giro en su música lo que propone, no, no va a rockear ni a jugar con extravagancias (no revivirá a Joan Jett ni probará a parecerse a Fiona Apple); es la estrella del pop que asalta un campo de madurez, reduce las marchas y cubre su música de brillante añoranza (bien podría evocar a Aimee Mann o inspirarse en Sufjan Stevens).
Pensamientos que saltan: Taylor como semilla de un gran álbum de Ryan Adams; Taylor en su documental afanada en la construcción de una canción; Taylor subiendo a la cima humillada por un imbécil que no admitía ser derrotado; Taylor poniendo freno al vértigo entre la multitud. Que no se desprecie (casi) nada/nadie, dedicad una hora a este folklore.
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