Hay músicos a los que dejas a un lado un rato largo como si no tuvieran nada más que ofrecerte y sin que logren captar tu atención de nuevo, pero cuando reaparecen sin que lo esperes les concedes el beneplácito que un día les diste y que aún hoy mantiene su validez. David Gray es para mí uno de estos casos. Ninguno de sus discos, y van nueve desde 1993, es extraordinario, aunque casi todos contienen hermosas y perdurables canciones. White ladder (1999) y Life in slow motion (2005) diría que son sus obras más notables.
Con Mutineers (Iht Records,
2014) regresa un David Gray sobrio, refinado, heredero constante de los climas
y paisajes del Van Morrison más apegado a la tierra. Last summer y Birds of the
High Arctic son los bellos temas de esta entrega. Creo siempre que este músico
británico debería ser menos británico y mojarse con el riesgo, experimentar
fuera de corsés y gestos reconocibles (aires y melodías de nostalgia,
orquestaciones melancólicas), aunque la fidelidad a su fórmula bien trabajada y
honrada me sigue agradando.
Nota: 7/10
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