
Pasan, corren los meses, y luego los años. Y nosotros corremos. Y aquí seguimos, en este lugar. ¿Por? Por lo que sea: porque siempre se encenderá una pantalla generosa con una risa o una lágrima que compartir; porque siempre invadirá el silencio una melodía irrepetible; porque tendremos emociones a flor de piel y no querremos guardarlas bajo llave sin poder sentirnos dichosos; porque cada día existe alguien a quien dedicar una palabra distinta, entregar una caricia y regalar un beso.
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