
Escuchando este álbum, y también el anterior, Drift (1993), se da uno cuenta de que algunos trabajos de pop-rock de los años noventa consiguen esquivar el desgaste que ha roído mucho más la música de otros contemporáneos, mientras que otros no. Ejemplos como los REM o Counting Crows de aquellos días se situarían en el lado negativo de la balanza. A The Devlins podríamos instalarlos en el opuesto. Y creo que al menos en estos dos discos, sobre todo en Waiting, se aprecia esa durabilidad perenne de sus composiciones y melodías en la medida producción que colorea el álbum. Parece que es Daniel Lanois echando un cable a unos paisanos de U2 quien se ha puesto detrás de la mesa, aunque es Pierre Marchand quien firma esa producción. Se nota en Surrender, Reckless, World outside y también en Waiting. Estos chicos merecen vuestra oportunidad.
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