
Después de haber grabado y girado con los no tan boys ciegos Alabama en sus dos anteriores discos, Ben Harper se encierra un poco más en sí mismo para dar a luz una criatura que destila tanta furia como intimismo, tanta paz como jocosa inquietud. Es él tan diestro músico como magníficos sus acompañantes, los Innocent Criminals que siempre le acompañan, por eso el resultado discurre encajado con precisión de relojero. Las dos caras de su nueva arma musical revelan por un lado al Harper más reposado, el que expulsa deslizantes sus palabras para hacerte dormir o para enfadarse en silencio pero sin que tú te preocupes, y por otro al voraz degustador y cultivador de rock, blues, funk y soul que el sonido metálicas de su guitarra Weissenborn ayudan a limpiar.
Nueve temas tranquilos preceden a nueve más nerviosos. Él mismo confiesa que no supo darles orden y acabó combinándolos de la manera menos artificiosa. Ambas partes se agradecen, porque en cada una descansan magníficas canciones y emociones, como la apertura gospel del bloque más animado Better way, la funky Black rain, la tabernaria Please don’t talk about murder while I'm eating, la stoniana Get it like you want it o la catárquica Serve your soul, que clausura el viaje; además de una remesa para el sosiego medicinal (Morning yearning, Sweet nothing serenade) o atormentado (Reason to mourn). Matrícula de honor.
Nota: 10/10
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